Llevas la cámara a tu cara para enfrentarte a una situación con potencial (los verbos que empleas para hablarte a ti mismo son a veces parte del problema).
Te dices que no vas a ser capaz de hacer la fotografía que te gustaría hacer. Antes de darte cuenta has asumido que no la conseguirás.
Adoptas la actitud de alguien incapaz de hacer lo que quiere y de forma inconsciente comienzas a mandar mensajes que tú mismo percibes. Si hay otras personas también los reciben y su comportamiento responde a ellos (se ponen a la defensiva, actúan con desconfianza, rehuyen la cámara o se enfrentan a ella…).
Todo se vuelve en contra: tu actitud y la del resto son todo lo contrario a lo que te gustaría. No piensas con claridad. Interpretas todas las señales que recibes del exterior como un refuerzo de que va a ir mal, tus propios pensamientos se combinan con ellas y ya nada puede convencerte de lo contrario.
De todas formas lo intentas, pero tus peores presagios se cumplen: te vas sin la imagen que buscabas.
¿Te suena? A mi sí…
La profecía autocumplida explica que la actitud que adoptamos ante una determinada situación influye de manera definitiva en lo que conseguimos sacar de ella. Deriva de un principio de sociología conocido como Teorema de Thomas:
Si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias. Teorema de Thomas
En otras palabras: si te permites pensar que no vas a conseguir lo que buscas estarás aumentando las probabilidades de que en efecto no lo logres. Y sí, ahora no estoy hablando únicamente de Fotografía… ;-)
Evita sabotearte a ti mismo
Hay una cita que probablemente ya habrás leído y que dice algo muy parecido a la profecía autocumplida, pero es que además es un gran punto de partida para desactivarla:
Tanto si piensas que puedes o no puedes, de cualquier forma estás en lo cierto. Henry Ford
La clave está en el verbo “pensar”. No se trata de no hacerlo, sino de hacerlo bien: no pienses en si eres capaz de lograr o no la fotografía que estás tratando de hacer, en lugar de eso piensa en la imagen en sí misma, no en tu capacidad para hacerla. Hazte las preguntas adecuadas e inmediatamente ponte a buscar respuestas con las habilidades de que dispones.
Después y sólo después, cuando todo haya acabado, valora los resultados. ¿Tienes lo que buscabas? Enhorabuena, a por otra. ¿No lo has conseguido? Entonces no desperdicies una magnífica ocasión para aprender y aumentar tus probabilidades la próxima vez…
Nuestra mente es una herramienta más, de cómo la manejemos depende lo que conseguimos con ella, exactamente igual que sucede con la cámara…
¿Qué hay de tu experiencia? Me encantará conocerla a través de los comentarios. ¿Te ha gustado la entrada? ¿La has encontrado interesante o al menos te ha hecho pensar? Compártela en tus redes. Gracias!
Efectivamente. En mi caso, que es más sencillo aún, siento como afecto incluso a mi cámara (teléfono). Veo algo que me llama la atención, imagino un resultado impreso en mi álbum personal y trato de obtenerlo pero de inmediato me saboteo pensando en “sólo tienes un celular viejo, no podrás”,” no tiene modo manual esa chatarra”, “nunca has tocado una verdadera cámara”, “ni siquiera sabes cómo”, etc. En fin. Lo cumplo. Es extremadamente difícil salir de ese estado. Más aún cuando las malas críticas te ahogan en pena.
Aun así, me decidí a abrir una cuenta de Flickr y subirlas ahí esperando comparar un antes y un después. Ya tomé la decisión de adquirir una cámara.
Excelente reflexión Jota. No había caído en eso hasta que lo leí, te agradezco muy sutilmente jaja.
Saludos desde Honduras.
Hola Edgar. :)
Me alegra que te guste la entrada, era una reflexión que hacía tiempo que quería compartir, pero no había encontrado la forma de enfocarla hasta ahora. Nos pasa a todos. A veces pensamos demasiado. Ánimo con la aventura fotográfica, vas a disfrutar un montón.
Espero contar con tu visita por aquí cuando te apetezca. Será un placer.
Saludos desde Galicia, al noroeste de España. :)
Jota.
Interesante reflexión Jota, yo hace un tiempo leí una frase que me pareció muy interesante, es obvia, pero creo nos falta tenerla más presente: “el secreto está en la acción”. Es decir, haz, haz y vuelve a hacer, es la única forma de poder equivocarse y poder acertar, ya que además seguramente lo último sea imposible sin lo primero.
Hola Braulio. Cómo estás? Gracias por pasarte y contar. :)
Recientemente he descubierto que vale la pena pensar seriamente en esas frases que de obvias se nos pasan de largo. La que dices sin duda es de las buenas: no vale de nada todo lo que pensamos si no lo traducimos a acciones.
Saludos!
Jota.