Todos sabemos que William Eggleston contribuyó de manera definitiva a que la Fotografía en color comenzase a ser tenida en cuenta cuando la visión artística parecía limitada al blanco y negro. Aquello sucedió a raíz de una exposición en el MoMA que levantó más de una ampolla entre los críticos (el libro William Eggleston´s Guide es una edición facsímil del catálogo de aquella muestra).
Tampoco cabe duda de que muchas de sus imágenes forman parte de las referencias de muchos practicantes de la Fotografía de calle. Algunos seguimos preguntándonos cómo puede tener esa capacidad de fotografiar lo ordinario elevándolo a la categoría de excepcional.
Pero, a pesar de que en la mayoría de sus fotografías más conocidas el elemento humano tiene muchísimo protagonismo, nunca había pensado en Eggleston como retratista. Y entonces cae en mis manos este trabajo de La Fábrica titulado “William Eggleston. Retratos” y descubro una nueva faceta del norteamericano tan desconocida como interesante. Y ya no volveré a verlo igual.
Estructura y forma
Retratos es un libro prácticamente cuadrado y de buen tamaño (28 centímetros de lado), cuenta con 182 páginas.
Se abre con un breve comentario de Sofia Coppola, en el que habla de la inspiración que ha encontrado en el trabajo de Eggleston y de su relación especial con la fotografía de la niña tirada sobre la hierba con un vestido de flores que, por supuesto, se incluye en el libro.
A continuación viene el prólogo a cargo de Nicholas Cullinan, Director de la National Portrait Gallery de Londres, que en realidad es una lista de agradecimientos a las personas implicadas en un proyecto cuyo peso recayó principalmente en el equipo del museo (este libro está basado en el catálogo de la exposición de Eggleston en la galería de julio a octubre de 2016).
Philip Prodger — director de la sección de Fotografía de la NPG — se hace cargo del prefacio y del texto titulado “Primera persona del singular: Eggleston y el retrato”.
Tras él llegan las fotos del sureño que mezclan el blanco y negro de sus comienzos con el color que todos reconocemos. No están en orden cronológico (se agradece ya que así la sucesión y el emparejamiento de las imágenes responde a algo más interesante que la época en que fueron hechas) y se acompañan de la fecha aproximada (año o década), la inmensa mayoría carecen de título y a lo sumo se indica quién es la gente que se muestra en ellas.
Generalmente hay una única imagen por página, rodeada de un generoso espacio en blanco (a veces hacer los libros de este tamaño tiene todo el sentido del mundo) y podemos encontrar, además del grueso de fotografías hechas con distinto tipo de película, alguna que otra polaroid y fotogramas del video “Standed in Canton”, rodado por el propio Eggleston.
Tras los retratos nos espera “Ahora mismo, aquí mismo, contigo”, una conversación del fotógrafo con el comisario Philip Prodger, la galerista Rose Shoshana, una estudiante de arte y la fotógrafa y prima de Eggleston Maude Schuyler Clay, que también aparece retratada en el libro.
Por último, una cronología recoge no sólo los hitos de la vida del fotógrafo sino también los hechos sucedidos en el mundo y que de alguna forma se pueden relacionar con su obra o en general con la Fotografía.
Contenido
En cierta manera en el prefacio se nos prepara para lo que viene a continuación, porque los retratos de Eggleston a menudo desafían lo que entendemos por ese tipo de Fotografía. A la vez se nos pregunta si, de verdad, necesitamos descubrir algo de la persona frente al objetivo para que la imagen merezca ser considerada un retrato, o si es algo que simplemente hemos aceptado como válido. Es una cuestión pertinente a la que, al acabar el libro, he encontrado algo parecido a una respuesta (la tienes al final de la entrada).
Es en el ensayo a cargo de Prodger donde se hace un repaso a la vida y sobre todo a la obra de Eggleston, estableciendo una comparación con Ansel Adams, probablemente el fotógrafo que se encuentra justo en las antípodas de su estilo y de su planteamiento artístico. Además de revisar las influencias en su estilo (con referencias al dadaísmo neoyorkino y especialmente a la visión de Marcel Duchamp) se cuestiona su modo de creación, la falta de un sentido de narrativa en su trabajo y su manera de componer, que es de todo menos ortodoxo. Prodger resume muy acertadamente el resultado de la combinación de esos elementos como una “provocación sin solución”.
También se nos dan tres claves para interpretar su trabajo (color, estética de instantánea y distanciamiento emocional con el sujeto fotografiado) y se profundiza en la transferencia de pigmentos con la que ha elaborado gran parte de sus fotos consiguiendo esa apariencia tan característica, aunque el propio fotógrafo admite que ha experimentado con otras técnicas y herramientas.
En cuanto a las fotografías en sí mismas y dejando por ahora a un lado si todas las imágenes contenidas en el libro pueden considerarse retratos, empezaré diciéndote que me resulta muy difícil imaginar más formas de acercarse a las personas con una cámara de las que he visto en este libro.
Vale que hay gente que se ha prestado a ser retratada pero también hay muchas imágenes sin mirada a cámara (de hecho, incluso hay fotografías en las que no se ve la cara ni los ojos de la persona fotografiada). Lo que abunda por todas partes son miradas absortas, silencios incómodos, ojos llenos de reproche, de curiosidad, de extrañeza. Hay también gestos sutiles pero llenos de fuerza, risas, lágrimas… Algunas fotografías son engañosamente simples y otras directamente incómodas o incluso inquietantes. Curiosamente lo que no hay es apatía ni aburrimiento, a pesar de la mirada desapasionada de Eggleston.
Y así, al final acabas admitiendo que muchas de las fotografías más conocidas de un autor que a priori nunca asociarías al género del retrato son, en efecto, imágenes en las que la gente es absoluta protagonista y este libro acaba teniendo todo el sentido del mundo.
En definitiva
Hemos aceptado que un buen retrato es consentido y una imagen en la que intuimos algo más allá del aspecto externo de la persona fotografiada, que nos permite atisbar parte de su personalidad. Y sí, pero…
Pero las imágenes con personas de Eggleston – a pesar de que no todas han aceptado ponerse frente a la cámara y que no son precisamente lo que esperamos encontrar en el género – hacen que me haga una pregunta tras otra, que quiera saber más sobre los personajes, que sienta curiosidad y conecte con ellos de una forma distinta a la que estoy acostumbrado a hacer. ¿Cómo negar que eso también es un (gran) retrato?
Para saber más
Título: William Eggleston. Retratos.
Autor: Phillip Prodger (imágenes de William Eggleson).
Editorial: La Fábrica.
Año de publicación: 2016.
En una frase: Descubre la forma de mirar a la gente de uno de los fotógrafos (en color y en general) más importantes de la historia.
Dónde conseguirlo: Compra tu ejemplar de Retratos en este enlace (con sólo un par de clics).
Otras grandes obras que no deberías perderte:
- William Eggleston´s Guide
- Lección de Fotografía, Stephen Shore
- Maestros de la Fotografía. Técnicas creativas de 100 grandes fotógrafos
- The Decisive Moment, Henri Cartier-Bresson
- On the Portrait and the Moment, Mary Ellen Mark
Recuerda que todos los libros que han ido pasando por el blog aparecen por orden de publicación en el apartado de recomendaciones, además tienes este listado con mis 10 libros de Fotografía absolutamente imprescindibles.
¿Te gustan las imágenes de William Eggleston? ¿Qué te parece su estilo y su forma de mirar? ¿Lo habías visto antes como un retratista? ¿Conoces algún trabajo similar que quieras recomendarnos? Comparte tus impresiones a través de los comentarios y si te ha parecido interesante no dejes de compartir esta entrada en tus redes… Gracias!
Hola, me pareció muy interesante el artículo.
He leído que la página “bookdepository” cierra definitivamente y por eso quería comprarme mi primer libro de William eggleston, a quien admiro (y admito que conozco poco).
Cuál me recomendarías o cuál te parece “mejor”? Portraits o The guide? No niego que da mucha curiosidad el de retratos porque siempre lo he asociado con otras imágenes.. pero estoy dubitativa. Saludos.
Hola, Florencia! Gracias por leer mi artículo y por tu comentario.
Este libro está muy bien pero si tuviese que tener solo uno de Eggleston sería sin duda The Guide. :)
Espero haberte ayudado!
Jota.