
He perdido la cuenta de las veces que me he detenido en una imagen de Josef Koudelka para tratar de explicarme cómo y por qué me atrapa como sólo él consigue hacerlo. De hecho esta no es la primera vez que te traigo una de sus capturas a esta sección del blog para contarte cómo la veo, y o mucho me equivoco o tampoco será la última. Cada uno tiene sus debilidades, y Koudelka es sin duda una de las mías. Y de las grandes.
Aunque tengo la suerte de contar en mi biblioteca con el magnífico libro Gitanos que acompaña al trabajo retrospectivo editado por Delpire sobre la carrera del fotógrafo checoslovaco, fue hojeando una de mis últimas adquisiciones (Maestros de la Fotografía de la Editorial Gustavo Gili) cuando me detuve en esta imagen, allí se menciona que forma parte de Exiles y se recoge una interesante reflexión del autor (además de contarnos, entre otras cosas, cómo concibe el proceso de edición):
Siempre he buscado imágenes que cuenten una historia por sí mismas, dejando que cada espectador vea el relato que más le convenga. Para mí, una buena fotografía es aquella que cuenta una historia distinta a cada persona que la ve.
Josef Koudelka
Me atrevo a decir que esta imagen es un ejemplo perfecto de lo que persigue Koudelka. Así que ahí va mi lectura, me encantaría saber qué sensaciones te transmite esta foto y cómo la interpretas a través de los comentarios.
Por cierto, puedes leer una completa reseña sobre el libro del que te hablo en este enlace: Maestros de la Fotografía. Técnicas creativas de 100 grandes fotógrafos. En él se recogen una centena de imágenes de otros tantos autores acompañadas de recursos, citas y reflexiones muy inspiradoras.
La imagen
A nivel formal se podría decir que todos los elementos de la imagen orbitan alrededor de la sombra de la cabeza del hombre, que se estira sobre la pared convirtiéndose en una forma que no se descifra a la primera pero que ocupa la parte central del encuadre.
Los demás centros de atención (de izquierda a derecha: un cayado, una niña y la pareja de ancianos) se reparten equilibrando la imagen.
La sombra no es el punto más significativo de la imagen (de eso trataré de convencerte más tarde), pero su posición privilegiada le confiere mucho peso visual.
La misma luz que crea la sombra del medio genera una zona clara en forma de diagonal que recorre la imagen de un lado a otro y de arriba a abajo. La línea que la limita por debajo separa dos partes de la fotografía que prácticamente funcionan por separado.
Por encima el cayado a un lado y el hombre al otro, prácticamente a la misma distancia de la sombra. Ocupando la esquina superior izquierda otra sombra (¿la parte superior de una ventana?) que cierra la imagen y concentra la atención en el centro del encuadre.
Y por debajo una escena que por sí sola sostendría una imagen y que en combinación con “la otra foto” sencillamente hace que el conjunto sea magnífico. La niña mira a la anciana creando una línea implícita que es paralela a la diagonal que recorre toda la escena, y en dirección opuesta.
En mi opinión y sin lugar a dudas la pequeña es el sujeto más importante de la fotografía. Por varios motivos: es una zona clara que equilibra la línea diagonal de la parte superior, está situada en el eje que divide el encuadre en dos partes iguales, es el único personaje al que se le ve la cara (siempre que distinguimos unos ojos éstos se convierten en un poderoso imán para nuestra mirada), y contrasta con las otras dos personas por edad, por su mirada en sentido contrario y porque al contrario que ellos va vestida de blanco.
Su gesto parece lanzar una pregunta que se suma a las que nos plantea el resto de la imagen. ¿Qué sucede aquí? ¿Qué estamos viendo? ¿Qué está pasando fuera del encuadre?
Merece la pena detenerse en los otros dos rostros antes de finalizar el análisis.
Primero, porque ambos miran siguiendo la dirección del encuadre dotando a la imagen de un sentido de lectura horizontal en concordancia con aquel. Y segundo porque, aunque no distinguimos ninguna de las caras las dos se ocultan de formas diferentes: la del hombre está en sombra al contrario que el resto de su cabeza iluminada desde atrás, la de la mujer es clara mientras el pañuelo que tapa sus ojos y cubre su cabeza es negro. Además el gesto del primero se adivina serio mientras que la mujer parece sonreír. Hombre y mujer más diferentes de lo que podría parecer a simple vista.
¿Qué opinas de la imagen de Josef Koudelka? ¿Cómo la lees tú? ¿Ves algo que yo he pasado por alto? Seguro que conoces el trabajo de este veterano ilustre. ¿Tienes alguna imagen suya entre tus favoritas de todos los tiempos? Cuéntame tus impresiones a través de los comentarios, y no dejes de compartir esta entrada en tus redes si te ha parecido interesante… Gracias!
Impresionante fotografía. A mi lo que me llama la atención, dejando la parte técnica que yo sería incapaz de analizar tan perfectamente como tú, es ese “rollo” onírico que tiene. Me ha recordado (de lejos) a aquella escena del sueño daliniano en “Spellbound”. Ese hombre sin rostro (su cara en sombra con el único reflejo de las gafas, atravesado por el haz de luz, le da un aspecto bastante siniestro) que parece que juzga desde la distancia la escena entre la niña y la… Monja? Anciana? Algo trama… O no. :D
Hola Teshita! :)
Me alegra que te guste tanto, es lo que tiene Koudelka, que sus fotos son tan enigmáticas que, como él pretente, todos podemos leerlas de forma diferente. Me gusta mucho cómo la ves tú, por cierto!
Jota.
Que buena Jota, que buena!!!
No la conocía y me encanta, igual que tu lectura. Aperta!!
Hei Iván! :)
Gracias! Koudelka es mucho Koudelka, nunca se acaba! :) Aperta fuerte!
Jota.