Post optimizado y actualizado a 2 de agosto de 2017.
Seguimos avanzando en el aprendizaje que te ayudará a conseguir imágenes que sean el resultado de tus decisiones y no sólo de las de la cámara.
Antes de entrar de lleno en la parte más técnica (que no cunda el pánico, pronto verás que es sumamente fácil de entender, además de imprescindible ;-) )es importante que sepas cómo pueden ser las fotografías que haces dependiendo de la cantidad de luz que las origina.
Repasemos un poco: te contaba que cuando tu cámara hace una fotografía lo que en realidad está pasando es que, en el momento en el que pulsas el botón, ella deja pasar cierta cantidad de luz hacia su interior. Ese “paquete” de luz que acaba alcanzando el sensor tiene un tamaño que depende sólo de dos factores: la apertura del diafragma y el tiempo durante el que el obturador se mantiene abierto; una apertura y un tiempo grandes dan como resultado un paquete de luz grande, una apertura y un tiempo pequeños se traducen en uno pequeño.
La pregunta es ¿cómo afecta esto a la apariencia de tus fotografías?
Imágenes subexpuestas, sobreexpuestas y bien expuestas
Cuando al sensor llega menos luz de la adecuada se produce una imagen subexpuesta. La reconocerás porque tiene un aspecto oscuro, tanto que en algunas zonas es difícil apreciar los detalles. También hay otra forma de reconocer una imagen subexpuesta, te hablo de ella un poco más adelante.

Si sucede todo lo contrario, es decir, cuando la cantidad de luz que alcanza el sensor es excesiva, se obtiene una fotografía sobreexpuesta.

Es sencillo encontrar la diferencia entre ambas imágenes ¿verdad? Básicamente…
- En la primera el sensor recibió menos luz de la que necesitaba para crear una fotografía suficientemente clara, el resultado es una captura en la que resulta difícil saber qué hay en las zonas más oscuras.
- En la segunda la cantidad de luz que pasó hacia el interior de la cámara era más de la necesaria y tiene un aspecto lavado y con poco contraste, además, justo al contrario que en la primera fotografía, en ella lo complicado es apreciar detalles en las partes más iluminadas.
Pero si, como consecuencia de las decisiones de la cámara o del fotógrafo la cantidad de luz que impacta en el sensor es exactamente la adecuada se obtiene una fotografía correctamente expuesta como la siguiente:

El ejemplo de la jarra y el vaso
Supón, como haremos en otras partes que este curso, que en el fondo hacer una fotografía es como llenar un vaso de agua. Si empleas una jarra llena de agua con una apertura que puedes controlar, para verter una determinada cantidad de agua en el recipiente emplearás un tiempo que depende del tamaño de ese orificio.
Si el orificio por el que echas agua es pequeño, para llenar el vaso necesitarás un tiempo determinado (relativamente grande):
Si aumentas el tamaño del agujero por el que cae el agua, llenar el mismo vaso ocupa un tiempo menor (cuanto mayor es el orificio, menos tiempo necesario):
Piensa en el vaso como si fuese el sensor de tu cámara; crear una imagen correctamente expuesta significa que al sensor (vaso) llega exactamente la cantidad de agua (luz) necesaria. Es decir, que la combinación de la apertura de la jarra y del tiempo durante el que cae agua es exacta para llenarlo por completo, ni más, ni menos:
En cambio, si el tiempo y/o la apertura son insuficientes, o mejor dicho si la combinación de ambos origina que al vaso llegue menos agua de la necesaria para llenarlo, obtenemos una imagen subexpuesta:
Si lo que pasa es todo lo contrario: que sigue cayendo más agua una vez que el vaso se ha llenado (la combinación entre tiempo y apertura es incorrecta porque deja pasar más agua de la pertinente), aquel se desborda, lo que se corresponde con una imagen sobreexpuesta:
Resumiendo: supón que para formar una imagen correctamente expuesta es necesario llenar el vaso por completo, la cantidad de agua que llega al vaso es consecuencia de la combinación de apertura (de la jarra) y del tiempo que inclinas la jarra. Si viertes menos agua de la que cabe en su interior conseguirás una imagen subexpuesta, y si sigues echando agua más allá de su capacidad hasta que esta se derrame habrás conseguido una imagen sobreexpuesta.
Sólo hay una combinación de apertura y tiempo que da lugar a una fotografía correctamente expuesta, como veremos más adelante puedes dejar que tu cámara la encuentre o puedes hacerte cargo de parte de los cálculos (o asumir por completo el proceso).
Evaluando las imágenes a través del histograma
No se trata de abrumarte a estas alturas de curso con un concepto como el histograma, del que hablamos extensamente en una entrada posterior y de manera muy sintetizada en un video de un sólo minuto con el que pretendo que te hagas con él de una vez por todas, pero la verdad es que se trata de una herramienta muy útil para evaluar la exposición de tus fotografías. Tanto que no me resisto a avanzarte algo ya.
De forma muy simplificada, el histograma es una representación gráfica de la luminosidad de la escena, nos indica qué tonos incluye una imagen y cuánta extensión ocupa cada uno y a efectos prácticos sirve para evaluar la exposición de una fotografía. Seguro que lo has visto: es esa especie de perfil con forma de montañas que aparece al lado de tus imágenes en la pantalla trasera de tu cámara y en los programas de edición como Adobe Lightroom.
Aquí te pongo una fotografía y su correspondiente histograma a modo de ejemplo:
El caso es que, como el histograma es una representación de la luminosidad de una imagen, su posición dentro del espacio rectangular en el que aparece depende de la exposición de la imagen a la que se refiere.
- Si el histograma tiende hacia la izquierda significa que la imagen es poco luminosa. Esto puede deberse a que lo que hemos fotografiado sea en efecto oscuro o a un error en la exposición (si algo se ve oscuro cuando no debería quiere decir que la fotografía ha resultado subexpuesta, es decir, que el vaso ha quedado a medio llenar).
- Si el histograma tiende hacia la derecha, justo al revés: quiere decir que la imagen es luminosa. Si lo que hemos fotografiado lo es también (por ejemplo un paisaje nevado), perfecto, si lo que hemos capturado con la cámara no es brillante entonces la imagen está sobreexpuesta (hemos desbordado el vaso).
Como aún estamos en una fase inicial del curso no voy a extenderme mucho más en esta herramienta, si quieres profundizar en él (créeme, vale la pena) te invito a saltar a esta entrada en la que te presento el histograma y a esta otra en la que te cuento cómo emplearlo para evaluar y corregir la exposición de tus imágenes.
En definitiva
En un mundo ideal tu cámara siempre calcularía la cantidad adecuada de luz y por tanto los valores de apertura y tiempo adecuados, consiguiendo imágenes correctamente expuestas en cualquier situación. Pero lo cierto es que, aunque cada vez lo hacen mejor, a veces esto no sucede y en determinadas circunstancias pueden confundirse o interpretar la escena de una manera distinta a la tuya. Por eso es tan importante entender cómo funciona el proceso y saber cómo podemos intervenir cuando el resultado no es el que esperábamos.
¿Qué te parece la entrada? ¿Quieres contarme tu experiencia o plantear alguna duda? Ahí tienes los comentarios, son todos tuyos. :-) Si te h gustado y/o parecido interesante, no dejes de compartir este contenido en tus redes. Gracias!
Entrada anterior del curso: Qué pasa cuando haces una foto (en “Auto”)
Siguiente entrada: El triángulo de exposición, el quid de la cuestión
Muy didactico, como siempre ;)
Eso intentamos! ^_^
Gracias, un placer tenerte por aquí.
Saludos.
Jota.
Muchas gracias… recién comienzo en el mundo de la fotografía con cámara reflex (antes sólo usaba mi móvil) y me sentía un poco abrumada con tanto concepto y tecnicismo. Gracias a ti voy perdiendo el miedo a usar mi regalo navideño.
Hola Oriana!
Leer eso me hace muchísima ilusión, muchas gracias por confiar en mí para crecer como fotógrafa.
Un saludo y mucho ánimo y pasión con la fotografía!
Jota.