Aunque no siempre somos conscientes, muchas veces mientras caminamos por la calle con nuestras cámaras mantenemos un diálogo interno que condiciona nuestro comportamiento: nos preguntamos si queremos/debemos/tenemos permiso para hacer determinadas fotografías, para probar cosas que no hemos hecho antes o para volver a intentar aquello que en el pasado no salió como esperábamos…
Una voz en nuestra cabeza nos responde positiva o negativamente (no te asustes, me refiero a cada uno de nosotros mismos ;-) ) .
El problema no es oír esa voz, sino hacerle caso a pies juntillas sin cuestionar su opinión ni los motivos que hay detrás de ella, porque como consecuencia dejamos pasar oportunidades antes de explorarlas como merecen (negarnos el permiso a probar es otra forma de autosabotaje a nuestra Fotografía).
Prejuicios y premisas
¿Qué nos lleva a cerrarnos las puertas de esa forma? En ocasiones se trata de motivos objetivos, pero no siempre es así ni mucho menos, por eso es tan importante saber qué está pasando cada vez.
Prejuicio: opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal. Diccionario de la Real Academia de la Lengua.
Cuando nos convencemos a nosotros mismos para dejar de hacer algo sin una razón objetiva, sin señales evidentes que nos digan que no es buena idea o que no va a funcionar, nos estamos dejando llevar por los prejuicios.
Fíjate en la definición de arriba: opinión previa y tenaz (…) acerca de algo que se conoce mal. Ahí está la clave: un prejuicio no atiende a razones y es obstinado, aunque en realidad no tiene suficiente información que lo respalde.
Los prejuicios no surgen como consecuencia de la información que interpretamos, sino a partir de otras cosas que a menudo llevamos en la bolsa cuando hacemos fotos: miedo, timidez, inseguridad… Compañeros aceptables, siempre y cuando no les dejes opinar acerca de si puedes hacer lo que quieres hacer…
La peor actitud que puedes adoptar respecto a tus prejuicios a la hora de fotografiar es dejarte intimidar por ellos, en lugar de eso ponlos a prueba: ya que se basan en suposiciones y en debilidades, comprueba si están fundados o si por el contrario no son otra cosa que la venda antes de la herida.
Vamos con un ejemplo: imagina que vas por la calle y ves a una mujer mayor con un rostro lleno de carácter, vestida con un abrigo imponente y un sombrero de ala ancha. Sientes un deseo irrefrenable de hacerle una fotografía de cerca y mirando a cámara para que el resultado esté a la altura del personaje. Justo ahí comienza el diálogo interno:
– Cómo me gustaría fotografiarla, me la imagino mirando a cámara, con gesto serio, llenando el encuadre con sus hombros y ese sombrero…
– Qué dices, una mujer así nunca dejará que la fotografíes. Olvídate siquiera de pedirle permiso, seguro que no sólo te dice que no sino que además te dedica unas cuantas palabras que prefieres no oír… Mejor búscate algo más fácil, o fotografíala desde aquí, a una distancia segura. Créeme, no aceptará que la retrates como te gustaría hacerlo.
La mujer del sombrero ni siquiera se ha percatado de tu presencia, ni mucho menos de que llevas una cámara. ¿Qué motivos reales tienes para creer que no aceptaría tu propuesta? ¿Qué información has manejado para decidir que no es buena idea ni siquiera intentarlo? Ninguna; tus prejuicios han decidido por ti.
Otra cosa muy distinta es mantenerse abierto a la información y actuar de acuerdo a ella.
Premisa: señal o indicio por donde se infiere (del que se deduce) algo o se viene en conocimiento de ello. D. R. A. E.
Cuando tratamos de crear imágenes en un entorno que no podemos manejar a nuestro antojo (o no tanto como nos gustaría) es importante analizarlo de una forma objetiva aunque estemos buscando fotografías que emocionen. Eso significa observar, comprender, interpretar y decidir.
Sigues corriendo el riesgo de equivocarte al interpretar lo que pasa a tu alrededor, pero al menos tus reacciones ya no se basan en prejuicios sino en premisas, señales que están ahí y que tú lees.
Volviendo al ejemplo de antes… Supón que te acercas lo suficiente a la señora, ella ve tu cámara en la mano y no se inmuta, o incluso sonríe. Esa información puede significar que, de pedírselo, no tendría ningún inconveniente en dejar que la retrates. O quizás sí. No importa tanto que acepte o no como el hecho de que lo que hagas a partir de ahí será la consecuencia de algo real (quizás incluso provocado deliberadamente por ti) y no de tus miedos diciéndote que te van a rechazar…
Mantente atento a los motivos que te das para fotografiar o no aquello que te gustaría llevarte a casa en la tarjeta de memoria (o en tu carrete); si se basan en prejuicios deshazte de ellos, en lugar de escucharlos comienza a buscar y a reaccionar ante información real y aprovéchala a tu favor.
Esta entrada es la tercera de la serie dedicada a los enemigos de tu Fotografía, después de la autocomplacencia y el hábito. ¿Qué te ha parecido? Me encantará conocer tus impresiones a través de los comentarios…
¿Te ha gustado? En ese caso compártela en tus redes! (Gracias).
Me siento muy identificado con este texto.
Un saludo.
Hola Javi, también yo conozco la sensación. Escribirlo es una manera de recordarme que no debo dejar que los prejuicios me limiten.
Un abrazo, gracias por dejar tus impresiones, como siempre.
Jota.
me has estado espiando? hmmmm
Jajajajaja. Te prometo que no, más bien es experiencia propia… ^_^
Saludos, San.
Jota.
Sii, pienso igual al final termino exandole morro y preguntando, sobretodo si quiero retratos, aveces salen mejor o otras no, tambien esta el..me encanta como estan ¿puedo hacer una foto? Pero asii hagan como que no me han visto..(en este caso explicaba que estaba haciendo un trabajo sobre el barrio)
Cada vez me da menos verguenza y hecho mas morro a,la situacion…muy interesantee…
Hola Sara!
Bien por esa evolución, que cada vez te cueste menos hacer ese tipo de fotos sin duda está haciendo que estas sean cada vez más interesantes! Gracias por pasarte y aportar!
Jota.
Yo he de decir que, lamentablemente, mis prejuicios son tan certeros que ya no me atrevo a desafiarlos.
De hecho mi principal prejuicio es que la gente está llena de prejuicios. Y acierto siempre; lo siento.
Jajajajaja. Que la gente está llena de prejuicios parece más bien un diagnóstico, y acertado. Saludos Gerard!
Jota.