Apuesto a que en tu imaginario hay una fotografía que siempre has querido hacer, una que no consigues sacarte de la cabeza o que, cuando consigues olvidarla, encuentra la manera de volver una y otra vez.
Probablemente una gran parte de las fotos que haces surgen sin que las hayas imaginado de antemano, pero ¿a que tienes una foto soñada? Es posible que en el fondo no existan verdaderas razones para no intentarla, al fin y al cabo demasiado a menudo también yo me sorprendo saboteándome, buscando excusas para no agarrar la cámara y salir a por la mía.
Quizás la culpa sea del miedo a no lograr el resultado, o que en el fondo prefiero seguir conservando una quimera…
Pero ¿sabes qué? Hay que ir a por ella.
Piensa en la foto que siempre has querido hacer.
Prepara por adelantado todo lo que puedas, de forma que llegado el momento sólo tengas que concentrarte en el resultado que buscas. Piensa en lo que quieres hacer y en los aspectos técnicos que te permitirán conseguirlo.
Prepárate y prepara tu equipo. Ata todos los cabos que puedas. Asume que casi siempre habrá detalles que no podrás controlar (ese no es un motivo para no intentarlo).
Cuando llegue la más mínima oportunidad, hazte con un rato para ti solo. No importa si son 5 minutos o dos horas. Coge tu cámara.
Concéntrate sólo en lo que quieres conseguir. No pienses en nada más (ni en otras fotos, ni en que no eres Cartier-Bresson, ni en lo que tienes que hacer después, ni en los problemas que te esperan cuando sueltes la cámara). Piensa sólo en la foto que siempre has querido hacer.
Tómatelo como si no fuese a haber otra oportunidad. Quizás sea cierto, quizás no, no importa; cada vez que dispares debería ser como si no fueses a poder hacerlo otra vez.
Espera a que todo encaje (o haz que encaje).
Clic.
No la revises. Déjala reposar una temporada (de esa manera cuando la veas podrás valorar de una forma mucho más objetiva tanto la foto como la idea de la que partías).
Mírala. ¿Es lo que perseguías? Recuerda que aquí y ahora, tu criterio es el único que importa.
¿Sí? Enhorabuena, disfruta de la satisfacción de haberlo conseguido, no durará mucho (comenzará a desvanecerse en cuanto empieces a pensar en tu próxima foto soñada). Saboréala, muéstranosla.
¿No lo has logrado? No te preocupes, piensa en cuánto has disfrutado y en todo lo que puedes aprender de un intento fallido; sé crítico y descubre por qué no has llegado a donde querías, eso te hará partir desde más cerca la próxima vez…
¿Tienes una foto soñada? ¿Cuál? ¿Qué te impide conseguirla? Comparte tus impresiones en los comentarios, estoy seguro de que tienes mucho que aportar. Si te ha gustado la entrada, difúndela en tus redes… (gracias!).