Tras ver cómo funciona el flash en combinación con tu cámara y cómo puedes controlar por separado su iluminación y la luz ambiental disponible, toca cerrar la serie con algunos conceptos que conviene tener en cuenta cuando incorporas esa fuente de iluminación portátil a tu Fotografía.
Número guía de flash
La potencia de un flash viene expresada por su número guía (NG): cuanto mayor es NG, mayor es la distancia a la que puede iluminar un objeto obteniendo una exposición correcta. El número guía suele venir indicado para una apertura de diafragma y una sensibilidad dadas (generalmente f/1 e ISO 100) y se calcula a través de esta fórmula:
NG = (distancia x número f) / √(ISO/100)
Si nuestro flash, por ejemplo, es capaz de iluminar un objeto situado a 8m de manera que quede correctamente expuesto para una apertura de diafragma de f/11 y con una sensibilidad de ISO 400, su número guía es 8 x 11 / √(400/100) = 88 / 2 = 44. Algunos valores típicos de NG son 22, 26, 38, 44, 51…
Aunque la fórmula en sí no es importante (no necesitas calcular el NG de tu flash, viene en la hoja de especificaciones), es interesante comprender un par de consecuencias:
- A mayor apertura de diafragma (menor número f), mayor es la distancia alcanzada por el flash
- De la misma forma, cuanto mayor es la sensibilidad del sensor o de la película, la luz generada por el flash es visible a mayor distancia
Ley del cuadrado inverso de la distancia
En la mayoría de los flashes externos es posible ajustar su potencia en fracciones del máximo valor, por ejemplo podemos reducirla a la mitad (P/2 o simplemente 1/2), a la cuarta parte (1/4), y así sucesivamente (1/8, 1/16, 1/32, 1/64,…). Cada vez que pasamos de un valor al siguiente estamos dividiendo a la mitad la intensidad de la luz emitida (por ejemplo de 1/16 a 1/32) o duplicándola (de 1/16 a 1/8) y así controlamos la iluminación que “baña” al sujeto.
Además, seguro que no hace falta que te cuente que la intensidad de la luz generada por un flash (en realidad sucede lo mismo con cualquier fuente de luz) depende de la distancia a la que se encuentra el objeto iluminado; puedes hacer la prueba acercando tu mano a una lámpara y comprobando cómo la iluminación en la palma depende de lo cerca que está de aquella.
De forma que podemos reducir o aumentar la cantidad de luz que alcanza al sujeto acercando o alejando el flash, pero si decidimos hacerlo así tenemos que tener en cuenta que al multiplicar por dos la distancia entre el flash y el objeto la intensidad de la luz no se reduce a la mitad sino bastante más. En eso consiste la ley del cuadrado inverso de la distancia: la intensidad de la luz es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia.
No te asustes por el enunciado, lo importante aquí es el término “cuadrado”, porque significa que:
- Si la distancia se multiplica por 2, la intensidad se divide por 2² = 4
- Si la distancia se multiplica por 4, se divide por 4² = 16
- Y así sucesivamente…
Eso quiere decir que un pequeño aumento de distancia entre el flash y el objeto se traduce en una gran pérdida de intensidad de su luz. Mientras que al reducir la potencia a la mitad en el propio flash la intensidad también se divide en la misma medida, si duplicamos la distancia entre éste y el sujeto aquella cae a la cuarta parte, y sucesivamente.
El ángulo importa
La luz produce sombras, y las sombras son las que nos permiten apreciar los volúmenes y la profundidad de una escena. Cuando fotografías en la misma dirección en la que iluminas, las sombras prácticamente desaparecen y con ellas la tridimensionalidad del mundo.
Eso es algo que sucede, por ejemplo, cuando usamos el flash incorporado en el cuerpo de nuestra cámara o cuando montamos una unidad en la zapata de su parte superior: la fuente de luz está en la línea del objetivo e ilumina en la misma dirección en la que apuntamos nuestra cámara, con lo que los resultados suelen tener un aspecto plano.
Como ves en la fotografía de arriba, la figura parece no tener volumen. Eso se debe a que fue fotografiada con el flash montado en la cámara, apuntando directamente a ella. Básicamente hay dos maneras de solucionar este problema para devolver a la escena la profundidad que tiene en realidad.
Introducir un ángulo entre el flash y la fotografía
Si haces que el flash no ilumine desde donde estás fotografiando sino desde un lateral, aparecerán sombras que van a hacer aflorar los volúmenes, como puedes ver en esta nueva imagen fotografiada con el flash separado, a la izquierda de la cámara y dirigido hacia el cascanueces (por eso las sombras surgen a la derecha de la imagen).
Ten en cuenta que si separas flash y cámara vas a tener que conseguir que se comuniquen y sigan estando sincronizados de tal manera que el disparo del primero se produzca cuando el obturador está abierto; puedes lograrlo con un cable o con transmisores y receptores inalámbricos.
Rebotar la luz del flash
Es posible conseguir un efecto parecido al de arriba sin tener que separar flash y cámara (por ejemplo, si no cuentas con un cable o un sistema inalámbrico para comunicar ambos), básicamente consiste en girar la cabeza del flash y dirigir su luz hacia una superficie que la rebote de forma que llegue al sujeto desde un lateral (o desde arriba, si lo prefieres).
Si este es el resultado de fotografiar sin flash:
Al repetir la misma fotografía conectando el flash a la zapata superior de la cámara y dirigiendo su haz de forma que rebote en una superficie a la izquierda de la cámara, llegando al libro lateralmente, la textura de la portada se hace más evidente y gana presencia:
Cuando rebotas el flash debes tener en cuenta dos factores muy importantes:
- La distancia que va a recorrer la luz es mayor que si llega al sujeto en línea recta (y como ya sabes al aumentar la distancia la intensidad desciende de forma muy importante)
- Si la superficie hacia la que diriges tu flash es de color, éste va a acompañar a la luz en dirección al objeto.
Por ejemplo, si en lugar de un reflector blanco empleamos una superficie roja…
Velocidad máxima de sincronización
Para terminar con el resumen de esos otros factores que hay que tener en cuenta a la hora de incorporar un flash, hay que hablar de una limitación. Tal y como describíamos en la primera entrada dedicada al flash, decimos que éste y la cámara están sincronizados cuando el primero se dispara mientras el obturador está completamente abierto, lo que sucede durante un lapso de tiempo más o menos breve (tan largo como 1/30 o tan corto como 1/1000 de segundo, por ejemplo).
Si la velocidad de obturación es demasiado rápida, el disparo del flash ocurre cuando el obturador no está completamente expuesto a su luz y aparece una banda negra justo en la zona no alcanzada por el flash al rebotar en dirección a la cámara.
La velocidad máxima de sincronización depende del modelo concreto de cámara, algunos valores típicos son, por ejemplo, 1/125, 1/180 y 1/250 de segundo.
Hasta aquí, la serie de entradas dedicada al flash externo, ojalá haya servido para perder el miedo a un accesorio que, una vez que practicas con él y lo entiendes, puede ayudarte a sacar mucho partido de situaciones que de otra forma no podrías resolver.
¿Qué? ¿Te animas a rescatar tu unidad de flash y a probarlo? ¿Tienes dudas o alguna experiencia que te apetezca compartir? Me encantará conocer tus impresiones a través de los comentarios. ¿Te ha gustado la entrada? Entonces difúndela en tus redes. Gracias! No olvides que todos los apuntes de técnica, composición y post-producción del blog están accesibles desde aquí.