Lírica Urbana, de Helen Levitt parece un libro pequeño (apenas mide 23 centímetros de ancho y no llega a las 180 páginas), y sin embargo contiene un universo heterogéneo formado por las calles de Nueva York y una parte de México, lugares en los que Helen Levitt, armada con su cámara, capturó la magia de la vida para convertirnos en testigos de excepción de esos pequeños acontecimientos diarios que suceden a todas horas y en todas partes, aparentemente insignificantes pero llenos de valor, aunque sólo unos pocos, como ella, hayan sabido congelarlos para la eternidad.
Estructura y forma
Este volumen de La Fábrica nace como una relectura del libro de Helen Levitt “A Way of Seeing”, publicado en 1965 y con textos de James Agee. Si aquel incluía las primeras fotografías de la neoyorquina en su ciudad natal, en blanco y negro y abarcando los años desde 1936 a 1948, Lírica Urbana las complementa con las imágenes de su viaje a México durante 1941 y sus diapositivas en color, tomadas de nuevo en Nueva York entre los años 1959 y 1993. Por cierto, en esta última sección el libro cambia el papel, pasa de uno beige y mate a otro blanco y satinado, en el que las imágenes a todo color destacan de forma espectacular.
Intercalados con los bloques de imágenes (tras cada uno), hay tres textos breves, a cargo de Alan Trachtenberg, Jean-François Chevrier y Jorge Ribalta, que aportan distintas visiones del trabajo de Levitt, y que se cierran con sus respectivas bibliografías y notas.
Llama la atención que no se ofrezca ninguna información sobre las imágenes más allá de englobarlas bajo la localización y la época en que fueron tomadas (ni se acompañan de fecha o título). Algo que puede parecer una carencia, y de hecho al principio esa fue mi impresión, acaba por aceptarse como perfectamente lógico, al fin y al cabo Levitt fotografiaba el día a día de gente común, sin necesidad de que ocurriesen grandes acontecimientos para captar en sus imágenes esos instantes significativos. De hecho, podría tratarse perfectamente de Nueva York o Chicago, México o Bolivia… El momento y el lugar no son importantes, es lo que sucede en el encuadre lo que cuenta. ¿Por qué íbamos a necesitar conocer los primeros?
La gente pregunta: “¿Qué significa esto o aquello?”. Y nunca tengo una respuesta apropiada para ellos. “Se ve lo que se ve”. Helen Levitt
El libro
Imágenes
El primer bloque de imágenes se titula “Un Modo de Ver” y abarca fotografías en blanco y negro tomadas en Nueva York entre los años 1936 y 1948. Aunque las iniciales parecen distantes, casi puras descripciones de las calles más humildes de la ciudad, poco a poco se gana proximidad física y emocional con los habitantes, comienzan a aparecer los gestos y las miradas a cámara. Helen Levitt dirige aquí su objetivo hacia la gente más desfavorecida, hacia los niños que juegan en la calle y los descampados, capta la convivencia en los portales, carcajadas, confesiones, coqueteos, reproches, y un sinfín de momentos mágicos y gestos efímeros llenos de intensidad, como si hubiesen sucedido única y exclusivamente para que ella los presenciase, incluso cuando fotografía los dibujos de tiza sobre las paredes y el asfalto.
Levitt viajó a México en 1941, y las imágenes del viaje tienen de nuevo como protagonistas a los más desfavorecidos, gente que, como los neoyorquinos de sus primeras fotografías, pasan gran parte del día en la calle (ahora bajo un sol de justicia) que, eso sí, no están asfaltadas sino llenas de tierra y polvo. No hay atisbo de extrañeza, ni siquiera parecen las fotos hechas por una extranjera, porque Helen consigue encontrar la misma belleza y magia que en las calles de su ciudad natal. De nuevo la gente y no el paisaje son lo importante, y se nos muestra un catálogo de emociones no tan diferentes a pesar de la distancia y el distinto grado de progreso de ambos escenarios.
En “Diapositivas en Color” (1959-1993), el último bloque de fotografías, las imágenes ya son definitivamente cercanas, pero ahora capturan la ajetreada vida del centro de una gran ciudad, llena de personajes y momentos álgidos, algo muy distinto a lo que había captado la atención de Levitt en sus primeros años. A pesar de la proximidad física a los personajes, de estas fotografías emana una cierta sensación de desconexión, las personas parecen ensimismadas y ajenas a los demás, aunque hay más gente (trabajadores, vagabundos, ancianos, niños…) parece que hubiese menos “vida” o al menos, mucha menos interacción entre los personajes. Sin embargo Helen Levitt mantiene intacta su capacidad para crear imágenes en las que no dejan de suceder cosas, algo que, en combinación con el color vibrante de las diapositivas da como resultado escenas irresistiblemente atractivas.
Textos
En “El Modo de Ver de Helen Levitt”, Alan Trachtenberg revisa el estilo de la neoyorquina y le concede un lugar destacado en la contribución de la Fotografía a nuestra forma de entender el mundo. Analiza su elección de los sujetos y se cuestiona, sin llegar a contestar por completo, qué hacía tan grande su arte, repleto de imágenes aparentemente afables que en realidad esconden más de lo que muestran, convirtiéndose en puertas de entrada hacia lo no tan obvio. Trachtenberg repasa sus referentes, que incluyen a Henri Cartier-Bresson o Walker Evans, que le presenta a James Agee, con quien acabaría editando “A Way of Seeing”, e incluye una frase de un poeta norteamericano que describe tan magníficamente el trabajo de la norteamericana que no me podido resistirme a incluirla:
El fenomenal don de Helen Levitt es el ser capaz de captar en un segundo fugaz y en los lugares más convencionales -una vulgar calle- los momentos más ricos, imaginativos, variados y trágicamente tiernos de la existencia del ser humano corriente. Wallace Stevens
Jean-François Chevrier firma “Helen Levitt. Jugar, Trazar”, un texto que ahonda en cómo la fotógrafa, a pesar de no atenerse a algunos de los cánones clásicos, consiguió hacerse (tardíamente, eso sí) un hueco en la historia del arte. Chevrier reflexiona en torno a que son sus imágenes las que definen el espacio donde suceden y no al revés y en cómo emplea el movimiento de los sujetos (especialmente de los niños) en su obra. Centrándose en el libro “A Way of Seeing” se relata cómo consiguió desarrollar un estilo propio, probablemente como consecuencia de mantenerse deliberadamente ajena a las modas y corrientes imperantes.
Por último, el “Pequeño vocabulario para Helen Levitt” a cargo de Jorge Ribalta, explora, a través de los conceptos “Anónimo”, “Calle”, “Documento”, “Instante” y “Juego” el enfoque de Levitt, capaz de construir, con sus imágenes, una especie de monumento al “hombre común”, retratando su vida en un entorno público y visible, la calle, que ella convierte en un escenario lleno de interacciones. Hay tiempo para asignar a Levitt (de nuevo) una importancia capital en la creación de un lenguaje fotográfico, para analizar cómo las transformaciones sociales y la evolución de la técnica coincidieron para posibilitar su obra y para plantear los dilemas éticos que siempre acompañan al hecho de hacer fotografías en los espacios públicos.
En definitiva
Cuando te adentras en la Fotografía callejera o Street Photography enseguida te topas de frente con los clásicos: Henri Cartier-Bresson, Joel Meyerowitz, Garry Winogrand, William Klein, Lee Friedlander… ¿Te has fijado, verdad? Sí, todo hombres.
A menudo se tiende a asociar este tipo de Fotografía realizada en los espacios públicos con los autores, que son los que gozan del mayor reconocimiento. Es un lástima, porque corremos el riesgo de perdernos el trabajo de mujeres como Helen Levitt, dotada de una visión envidiable como demuestran las imágenes de este libro. Sus fotografías están hechas desde cerca, como mandan los cánones de la Street Photography; pero además se podría decir que Levitt no se conformaba con aproximarse físicamente a sus protagonistas, sino que también era capaz de hacerlo emocionalmente. Algo sólo al alcance de los más grandes, y no de todos.
Para saber más
Título: Lírica Urbana.
Autor: Helen Levitt (con textos de Alan Trachtenberg, Jean-François Chevrier y Jorge Ribalta).
Editorial: La Fábrica.
Año de publicación: 2010.
En una frase: Descubre el trabajo de Helen Levitt, la fotógrafa que prácticamente sin salir de su Nueva York natal fue capaz de retratar la vida en sus calles como pocos.
Dónde conseguirlo: Hazte con tu ejemplar en este enlace Lírica Urbana, de Helen Levitt, en sólo un par de clics.
Otras obras que no deberías perderte:
- Subway, Bruce Davidson
- The Decisive Moment, Henri Cartier-Bresson
- The Americans, de Robert Frank
- Trinity, de Carl de Keyzer
- Koudelka
- Early Color, de Saul Leiter
- Life´s a Beach, Martin Parr
Y aquí tienes todos los libros que han pasado por el blog.
Quizás te apetezca ver imágenes de grandes autores como Helen Levitt analizadas en detalle, pásate por esta sección del blog.
¿Qué opinas del trabajo de la neoyorquina? ¿Lo conocías? ¿No crees que está a la altura de los más grandes de la calle? Dime qué piensas en comentarios, y no olvides compartir la entrada en tus redes si te ha gustado… Gracias!
Hola!!!
Justo ayer estuve hojeando el libro de Americans y es genial!!! Estoy adentrandome en la fotografía callejera y es todo un mundo!! Es complicadísimo!!!! Un gustazo aprender de tus fotografías!!!! Me fascina El leopardo en la playa!
Muchas gracias!!!
Sara
Hola Sara!
The Americans es un antes y un después, tanto para la Fotografía, como para quien lo disfruta. Me alegra que te dirijas a la fotografía callejera, lo vas a pasar en grande! :)
Saludos, y gracias por pasarte y contar!
Jota.