Nunca olvidaré la exposición de Gervasio Sánchez en el una entrada hace unos meses.
Coincidiendo con el arranque de la exposición en 2012, la editorial Blume en colaboración con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, lanzaba este libro que te presento hoy, a sólo un par de semanas de que el propio Gervasio Sánchez imparta un Taller de Fotoperiodismo en Allariz, organizado por LUZVISIBLE, un proyecto que comparto al 50% con otro entusiasta de la Fotografía.
¿Qué mejor pretexto para adentrarse en esta obra?
Estructura y forma
Antología podría dividirse en dos partes, la primera abarca tres textos introductorios y la segunda está formada por 5 bloques, cada uno de ellos dedicado a un gran trabajo de Gervasio Sánchez: América Latina, Balcanes, África, Vidas Minadas y Desaparecidos. Es un volumen de unos 34×23 centímetros y algo más de 220 páginas.
Todos los textos se presentan en castellano e inglés (éste en cursiva) y a doble columna, una por idioma.
Los bloques dedicados a los proyectos de Gervasio comienzan con un texto en primera persona que no sólo relata sus vivencias y reflexiones, sino que también permite comprender el contexto político que acaba desembocando en los diferentes conflictos. Cada uno de ellos va seguido de la selección de sus imágenes, sin pies de foto; al final del libro hay un índice de imágenes con una vista en miniatura, el número de página en la que aparece, una breve descripción de un par de líneas y la fecha y el lugar en el que fueron tomadas.
El libro
Textos
Antonio Muñoz Molina, escritor y miembro de la Real Academia de la Lengua firma “Mirando lo que no se puede mirar”, unas líneas que recuerdan la necesidad de que siempre haya alguien que, como Gervasio Sánchez, nos muestre lo que no queremos ver: hombres capaces de la mayor crueldad contra sus semejantes, niños convirtiéndose en víctimas o en verdugos (las dos cosas igual de injustas), refugiados, fugitivos, muertos… Cuando las guerras se reducen a cifras corremos el riesgo de olvidar qué hay detrás de ellas, el trabajo de Gervasio vuelve a traducir esos números a vidas individuales, para que podamos poner cara a quien sufre las peores consecuencias.
“La dignidad de la mirada” es el texto escrito por Publio López Mondéjar, fotógrafo, periodista y académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. En él repasa brevemente la historia de la fotografía de guerra desde sus inicios más rudimentarios, abordando cómo la evolución técnica discurrió paralelamente a un cambio en el enfoque, desde la idealización a la denuncia. Y de paso recuerda que cosas como los intereses más o menos ocultos y la censura se han mantenido como una constante que ha hecho mella en la profesión y en cómo ésta es percibida. Publio analiza someramente la carrera de Gervasio, como miembro de una generación de fotoperiodistas surgida a finales del siglo pasado, de la que se ha convertido en un referente.
Sandra Balsells es la comisaria de la exposición y conoce bien a Gervasio, por eso “La fuerza del testimonio” es el texto más cercano de los tres, escrito por alguien que sabe cuánto trabajo y sufrimiento ha costado conseguir una reputación ganada a base de tesón, coraje e independencia. Sandra repasa en detalle el periplo profesional de Gervasio, que comenzó compaginando durante 17 años un trabajo como camarero en un restaurante de playa que costeaba sus viajes a América Latina; además de analizar su experiencia en los Balcanes y África, se ahonda en el origen y desarrollo de sus proyectos a largo plazo (Vidas Minadas, Desaparecidos), como una forma de seguir contando las consecuencias de las guerras cuando estas han dejado de ocupar la primera página de la actualidad, y a la vez de dignificar a las víctimas inocentes de los conflictos.
Los textos se cierran con una emotiva dedicatoria firmada por Gervasio Sánchez en la que recuerda a los compañeros muertos en distintos lugares del mundo y que concluye con unas líneas que no puedo resistirme a citar:
Todos ellos murieron o fueron asesinados mientras ejercían el periodismo con mayúsculas en la delgada línea que separa la vida de la muerte. Todos ellos embellecieron, fortalecieron y dignificaron este oficio tantas veces pisoteado por hombres y mujeres sin escrúpulos que, desde sus puestos directivos, se dedican a defender a cualquier precio los intereses enmascarados de sus empresas. Gervasio Sánchez
Los trabajos
América Latina (1984-1992)
Gervasio aprendió el oficio en el cono sur de América, rodeado de veteranos como Ivo Saglietti o Gilles Peres que, al contrario que otros, no dudaban en compartir su experiencia, ayudándole a sentar las bases de su trabajo. Sánchez relata sus primeros viajes a México, Guatemala, Chile, El Salvador, sus extenuantes jornadas de trabajo lejos de la familia, el comienzo de su relación con el Heraldo de Aragón y las primeras muertes de compañeros, como la de Juantxu Rodríguez, que había entrado en Panamá justo antes de la invasión estadounidense en compañía de Maruja Torres.
Las imágenes de América Latina son todas ellas en color y muchas tienen a niños como protagonistas, otras dejan patente la cotidianidad de la muerte como un habitante más de países sumidos en guerras que parecen eternas. Un crío corre sonriente hacia la cámara, en una mano una pistola, en la otra una botella. ¿Cabe preguntarse qué futuro le esperaba?
Balcanes (1991-1999)
Gervasio Sánchez puso rumbo a Croacia al finalizar su último contrato en el restaurante, allí desembarcó con el firme propósito de dejar de depender de los ingresos estivales para desarrollar su trabajo y comenzó a enviar crónicas al Heraldo de Aragón mientras atravesaba un territorio devastado. Al cabo de unas semanas se fue con el firme propósito de no volver a un lugar en el que la guerra se cebaba con los inocentes.
Un tiempo después, durante una escala en Belgrado de camino a Israel, se encontró con el espacio aéreo cerrado y surgió la oportunidad de acompañar a Santi Lyon a Sarajevo. Siguió su instinto y entró en la ciudad el 6 de junio de 1992; durante cuatro semanas siguió enviando crónicas al Heraldo mientras fotografiaba en calles atestadas de francotiradores, ahí comenzó a trabajar en blanco y negro. Gervasio acabaría volviendo una y otra vez a una región que marcó un antes y un después en su carrera.
Las fotografías seleccionadas alternan color y blanco y negro y hablan, sobre todo, de sangre, muerte y destrucción, pero también relatan la lucha de un pueblo para continuar con su vida mientras la comunidad internacional se perdía en declaraciones sin llegar a intervenir de forma efectiva.
África (1994-2004)
En Goma, Gervasio y Alfonso Armada, a quien había conocido en Sarajevo, contemplaron el horror en los campos de refugiados atestados de cadáveres y de enfermos que agonizaban y morían ante sus ojos. A aquello le siguieron la cobertura de conflictos en Burundi, Sudán, Liberia y Somalia y el brote de cólera de 1995 en Zaire antes de que África dejase de interesar informativamente en occidente.
En Liberia y Sierra Leona comprobó cómo niños de tierna edad se convertían en asesinos despiadados y conoció la amputación como terrible forma de venganza. En un día que recuerda como el peor de su vida profesional Gervasio tuvo que identificar el cuerpo de Miguel Gil, un compañero que resultó muerto en una emboscada, y ayudar en su repatriación. En lugar de borrar el pasado, ha vuelto en numerosas ocasiones a Sierra Leona para ser testigo de la rehabilitación de los niños soldado, como una forma de equilibrar la balanza emocional.
Las imágenes de África retratan un continente sumido en la pobreza, las enfermedades y la guerra, en el que los niños son enterrados con sus padres o acaban empuñando un arma casi tan grande como ellos. Un lugar en el que la esperanza lucha por abrirse paso en las vidas de los que han conseguido escapar vivos del horror.
Vidas Minadas (1995-2007)
Lo que surgió como un encargo de una revista del corazón acabaría por convertirse en uno de los proyectos más importantes de Gervasio. Comenzó en Angola documentando la vida de un adolescente que luchaba por ganarse la vida tras perder, 7 años antes, una pierna. A la vuelta del país africano, Gervasio investigó sobre el uso de las minas antipersona, y descubrió que si eran peligrosas durante un conflicto, permanecían como una amenaza para la población civil mucho tiempo después de que aquel hubiese acabado. Extendió el proyecto a Camboya y a Bosnia e involucró a organizaciones humanitarias para que lo financiasen hasta acabar abarcando 7 países en 4 continentes.
Desde entonces Gervasio ha seguido visitando y acompañando a los protagonistas de esas historias mientras rehacían sus vidas y se convertían en adultos que personifican como nadie la capacidad del ser humano para sobreponerse a las peores circunstancias. El trabajo se mantiene abierto para documentar cómo serán las vidas de Adelino Chimoco, Sokheurm Man, Adis Smajic, Wahida Abed y Sofía Elface Fumo veinte y veinticinco años después de su comienzo.
Es imposible enfrentarse a las fotografías de Vidas Minadas sin sentir repugnancia ante nuestra capacidad para idear formas de hacer daño. Todo está aquí: el instante inmediatamente posterior a que alguien pise una mina en algún rincón perdido del planeta, dolorosas curas e interminables operaciones y la vuelta a casa con una prótesis para luchar por llevar una vida normal… Tras el dolor y el sufrimiento que se desencadena en una milésima de segundo, la dignidad y el coraje acaban por igualar la batalla.
Desaparecidos (1998-2010)
Nos cuenta Gervasio que el germen de Desaparecidos viene de cuando, con 23 años, se integró en un equipo de Amnistía Internacional, tras leer dos informes sobre violaciones de los derechos humanos en Guatemala y El Salvador descubrió que la maldad del ser humano podía llegar muy por encima de lo que a él, entonces, le parecía posible.
En América Latina iba a descubrir sobre el terreno las consecuencias del drama de las desapariciones, hasta el punto de decidirse a desarrollarlo como un nuevo proyecto a largo plazo que comenzó en Chile. Durante muchos años aprovechó cada viaje a un país en el que se hubiesen dado desapariciones forzosas para profundizar en el trabajo, mientras luchaba por equilibrar el tiempo dedicado al trabajo con el que disponía para estar con su familia.
El fotoperiodista hace una clara distinción entre Vidas Minadas y Desaparecidos, si los protagonistas de las primeras son personas que a pesar de la desgracia han conseguido reconstruir sus vidas y sobreponerse al dolor, en el caso de los ausentes el vacío no llega a llenarse nunca, ni siquiera cuando en el mejor de los casos, tras años o décadas de búsqueda en los que la vida parece detenerse para quien espera, aparece un cuerpo, aunque eso traiga cierto alivio. A esto hay que sumar las barreras que, cada vez más, se ponen a la búsqueda y exhumación de los desaparecidos en muchas partes del mundo, imposibilitando la posibilidad de restablecer la justicia.
Este último texto se cierra con una reflexión de Gervasio acerca de la importancia de valorar un autor por toda su carrera y no sólo en base a algunas fotografías, las más significativas o reconocibles.
En definitiva
Este libro recoge los 25 primeros años de carrera de Gervasio Sánchez, durante los cuales ha trabajado y sigue trabajando de forma incansable por mantener viva la memoria de las víctimas de los conflictos más sangrientos de las últimas décadas, para enfrentarnos a una realidad que por lo general desaparece de nuestra vista cuando los periódicos o los informativos televisivos dejan de dedicarles algunas líneas o segundos, pero que sigue existiendo a pesar de nuestra indiferencia y desinformación.
Tanto si has disfrutado de la exposición como si no has tenido oportunidad de hacerlo, esta obra supone una ocasión inmejorable de adentrarte en el trabajo de uno de los fotoperiodistas más reputados del mundo, ya que te acerca no solo sus imágenes sino también sus reflexiones acerca de lo (mucho) que ha visto y vivido.
Para saber más
Título: Antología.
Autor: Gervasio Sánchez ( y Antonio Muñoz Molina, Publio López Mondéjar, Sandra Balsells).
Editorial: Blume.
Año de publicación: 2012.
En una frase: Adéntrate en la carrera de uno de los fotoperiodistas más prestigiosos del mundo, conociendo no sólo sus imágenes sino también sus pensamientos.
Dónde conseguirlo: Hazte con un ejemplar de Antología de Gervasio Sánchez, en sólo un par de clics.
Enlaces para profundizar:
- Página de la exposición en la web del Ministerio de Educación
- Video en el que Gervasio Sánchez habla sobre Antología
- Entrada sobre Gervasio Sánchez en Rubixephoto, con más enlaces al final
Quizás te plantees asistir al Taller de Fotoperiodismo de Gervasio Sánchez, en Allariz dentro de un par de semanas, te aseguro que es una oportunidad inmejorable.
Otras obras que no deberías perderte:
- Subway, Bruce Davidson
- The Decisive Moment, Henri Cartier-Bresson
- The Americans, de Robert Frank
- Trinity, de Carl de Keyzer
- Koudelka
- Early Color, de Saul Leiter
- Life´s a Beach, Martin Parr
Si te ha gustado, compártela en tus redes! ¿Tienes el libro? ¿Conoces la obra de Gervasio? Me encantaría conocer tus impresiones en los comentarios. Gracias!
Deja una respuesta