
La edición del trabajo de Raymond Depardon sobre Glasgow ha vuelto a poner en nuestro radar la obra de uno de los fotógrafos en activo más importantes de las últimas décadas.
El libro Glasgow es el resultado de un encargo por parte del diario The Sunday Times que nunca llegó a ver la luz, probablemente como consecuencia de que mostraba la atmósfera gris y decadente de una ciudad que no pasaba por su mejor momento a principios de los años 80. A pesar de lo deprimente del entorno, el francés supo captar imágenes de enorme belleza como la que te traigo hoy, escogida para la portada del libro.
Además de trabajar como fotoperiodista a lo largo y ancho del mundo (especialmente en zonas de conflicto como Beirut y Chad), Raymond Depardon ha realizado películas y documentales, ha publicado más de cuarenta libros y ha sido galardonado con numerosos y prestigiosos premios por una carrera que sigue en marcha.
El fotógrafo está lleno de dudas. Nada lo aliviará.
Raymond Depardon
La imagen
La aparente simplicidad de esta toma se desvanece en cuanto empiezas a recorrerla para descubrir un detalle tras otro.
Sin lugar a dudas el principal centro de atención de la imagen es ese globo de chicle de la parte inferior derecha (una forma circular y de color brillante en medio de un entorno gris y sombrío destaca como una bengala en el cielo nocturno). La cara del crío aparece iluminada y se convierte en sombra hacia la derecha. El contraste entre el color del globo y los tonos plomizos de la calle funciona de manera magnífica y parece recordarnos que independientemente del lugar y las circunstancias, los niños seguirán haciendo cosas de niños.
Al fondo de la imagen dos chavales juegan a futbol (en realidad son tres, pero el tercero no se aprecia inmediatamente), es inevitable tratar de establecer una conexión entre ellos y el niño del chicle mediante una diagonal que recorre una distancia considerable en el encuadre, tanta que casi parecen dos fotografías distintas.
Las líneas de las aceras y los tejados dirigen nuestra vista desde el primer plano hacia el fondo haciendo que recorramos toda la escena y generando una profundidad que acentúa la distancia entre los niños. Quizás en realidad el que masca chicle tenga que apañárselas solo…
La profundidad del entorno no sólo se evidencia con las líneas diagonales, la fotografía está llena de verticales y horizontales que son cada vez más pequeñas a medida que nos adentramos en la calle. Además, al comparar inconscientemente el tamaño del chaval próximo a cámara y el de los que juegan a futbol contra la portería pintada en la pared, intuimos una enorme separación entre ellos.
Esta fotografía de Depardon es un ejemplo perfecto de cómo se pueden explotar al máximo unos pocos elementos para hablar no sólo del entorno y de los personajes, sino también para transmitir sensaciones más allá de los aspectos puramente formales y dar pie a mil y una historias.
Puedes hacerte con el libro Glasgow aquí en solo un par de clics, admirar una selección de fotografías del trabajo en la página de Magnum Photos (agencia a la que pertenece el fotógrafo desde 1978) y leer sus impresiones sobre el proyecto en esta entrada de Libération [francés].
¿Qué te parece la imagen de Depardon? ¿Conocías su trabajo? Déjame tus impresiones en los comentarios, me encantará saber qué piensas. Si te ha gustado la entrada, compártela en tus redes (gracias!).
Esos artículos son oro puro. No conocia este fotografo y me ha encantado. Gracias Jota.
Hola Lluís! :)
Muchas gracias por tus amables palabras, me alegra que te gusten. :) Aún nos quedan muchos genios por descubrir ahí afuera, vamos poco a poco! ;) Un abrazo.
Jota.
Magnifica sección Jota
Gracias
Hola Monre. Muchísimas gracias, me alegra que te guste.
Un abrazo!
Jota.
Sin duda después de leer el análisis que haces de esta foto, su lectura es diferente. Saludos
Gracias! Me alegra que te guste, Ernesto. Como siempre, un placer contar con tu visita y tus palabras.
Saludos!
Jota.