
David Alan Harvey es un ilustre veterano de la Fotografía (y un referente de la Street Photography). Nacido en 1944 en San Francisco, tiene un currículo impresionante que ha tocado muchas disciplinas diferentes, desde decenas de reportajes para National Geographic en América Latina y Europa hasta colaboraciones con LIFE, The New York Times o Sports Illustrated y la publicación de varios libros. Es miembro de la prestigiosa agencia Magnum Photos y editor de Burn Magazine, una interesantísima publicación orientada a descubrir y promocionar fotógrafos emergentes tanto de forma online como en papel. Sigue en activo y mantiene una presencia constante en las redes sociales.
La imagen
Aunque lo más llamativo de esta fotografía es que hay alguien suspendido en el aire (ahora iremos con él), la forma en que David Alan Harvey ha llenado el encuadre es sencillamente fabulosa. Hay información de derecha a izquierda, de arriba a abajo y de delante a atrás, sin que ninguno de los elementos significativos se solapen (de esa manera todos se convierten en siluetas fácilmente reconocibles).
Además, la diferencia de tamaño entre el chico de la bicicleta en primer término, la sombrilla y las montañas al fondo genera una sensación de profundidad muy notable, aportando a la fotografía una dimensión de la que normalmente carecería.
El vuelo se ha detenido en un momento clave: la posición de los brazos y de las piernas nos permite recrear el movimiento del salto, ese enorme espacio negativo (vacío) alrededor del cuerpo hace pensar en una trayectoria muy amplia, casi como si de verdad estuviese volando.
No somos los únicos que miramos hacia el saltador, tanto el ciclista como la gente sobre el muro dirigen su vista hacia él; eso nos convierte en uno más de los espectadores y nos mete de lleno en la escena (ya no miramos desde fuera, somos un testigo entre otros cuantos). Las líneas implícitas generadas por las miradas aumentan la atracción de la figura protagonista y crean tensión dentro del encuadre.
El punto de vista de abajo a arriba genera un plano contrapicado, que acentúa la altura del vuelo (imagina la misma fotografía hecha desde la altura normal de los ojos; el efecto habría sido mucho menos espectacular). De forma inconsciente comparamos el tamaño de un objeto que conocemos (la sombrilla) con la altura a la que se encuentra el saltador, para recrear un salto enorme.
Dos detalles más conseguidos con la cuidadosa elección del punto de vista: el sol queda oculto tras la rueda de la bicicleta y de esa forma su luz no se impone en la escena, permitiendo fotografiar en dirección a él y convirtiendo todos los elementos del encuadre en siluetas, las formas de la sombrilla y la chica tumbada al sol (aparentemente ajena a lo que sucede a su lado) y el perfil de las montañas de la costa de Río de Janeiro se mantienen separados y reconocibles, creando otra fotografía dentro de la principal que además aporta contexto.
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Lo que más me atrae de la imagen, a parte de la disposición de los elementos, és la sensación de profundidad que transmite. Una maravilla!
Hola Álex. :)
Sin duda tienes razón, ayer en el curso de Composición y Lenguaje Visual también hablamos de la profundidad de esa escena. Bien visto!
Gracias por pasarte y comentar. Un abrazo.
Jota.