
Nos gusta contarnos historias. Cualquier cosa que active nuestra imaginación nos atrae como un imán. Puede tratarse de un libro, una canción, o una fotografía. Y de la misma forma que una canción que sugiere en vez de contar expresamente nos atrapa, las imágenes que nos dan pistas en lugar de ofrecernos toda la información nos resultan atractivas.
Mira la de arriba. Dos niños tras una valla en la que se le “Piscina pechada” (“pechada” significa cerrada en gallego), dentro de ella, una chica hace el mantenimiento. No hace falta ver la cara de los críos para saber, sobre todo como consecuencia de sus posturas, que están atentos o esperando algo.
¿Esperan que abra la piscina? ¿Tiene aquella pelota que vemos al fondo algo que ver con su actitud?
De vez en cuando, prueba a hacer fotografías que activen la imaginación de quien las vea. No lo muestres todo (esto ya me lo has leído antes) y deja que sea tu espectador el que rellene los huecos. Seguro que se cuenta cosas muy interesantes.
La imagen
Composición
Camino por la playa de Samil (como tantos domingos) en dirección al aparcamiento, cuando veo a estos dos chavales. El resto de las piscinas de la playa también están cerradas por mantenimiento pero, aunque he hecho algunas tomas, la falta de un personaje humano las convierte en imágenes sin interés.
Paso justo tras ellos, pensando en aprovechar la línea creada por la valla para dividir el encuadre a la mitad. En estas veo el cartel. De repente todo encaja. Dos niños fuera de la piscina cerrada, mirando hacia ella y con un lenguaje corporal tan obvio…
Elevo ligeramente la cámara para que el punto de vista elimine parte del fondo (está lleno de cosas y de personas que no contribuyen en absoluto a la imagen que busco). Enfoco en el borde de la valla…
Clic.
Ajustes de cámara y técnica
Si te digo que mi cámara estaba ajustada en modo prioridad a la apertura con un diafragma f/8 no creo que te extrañe (es el ajuste que empleo la mayoría del tiempo). En esta ocasión, al fotografiar en un entorno muy soleado, he dejado la sensibilidad ISO en 400 (200 hubiese sido suficiente también, pero siempre trato de dejar un margen que asegure una velocidad de obturación suficientemente alta aunque la luz cambie súbitamente).
Por cierto, que sólo descubrí la pelota a posteriori, cuando edité la imagen en Lightroom, y pertenece a alguien que está fuera del encuadre. Y sin embargo, la construcción de la fotografía podría hacerte pensar que tiene relación con los niños del primer plano. Y todo porque aquello que no se ve en el encuadre no existe…
¿Qué te parece? ¿Quieres dejar tus impresiones sobre la imagen de arriba? Cuéntame qué piensas en los comentarios.
¿Te ha gustado la entrada? Compártela! (Gracias). Por cierto, hay muchas más como esta en la correspondiente categoría del blog…
Es curioso cómo algo que el fotógrafo no ve en el momento de hacer la foto puede cambiar radicalmente el significado de esta para el espectador: en cuanto vi la foto, y antes de leer la entrada, tuve clara “mi” historia: a los niños se les había escapado la pelota y estaban esperando a ver si la mujer que está limpiando la piscina se la puede recuperar.
Hola Enrique! :)
Sin duda esa es parte de la magia de la Fotografía, a veces las historias pueden depender (aún) más de quien ve las imágenes que de quien las crea. Está claro que se trata de un lenguaje poderosísimo…
Gracias por pasarte y aportar. Un abrazo.
Jota.
Yo, al igual que tú, siempre llevo mi cámara en prioridad a la apertura ya que mi interés en cuanto a los ajustes de la cámara en el 99% de los casos está relacionado con el diafragma y la profundidad de campo y muy, pero muy pocas veces a la velocidad. Yo incluso en la fotografía de calle pongo el ISO en auto para no pensar en nada más que en la foto. Buen post. Saludos
Gracias Ernesto! :)
Una vez que hemos encontrado unos ajustes que sirvan para la gran mayoría de las situaciones que abordamos estamos en disposición de olvidarnos un poco más de la cámara, y nuestras fotos se benefician de eso! Un saludo, gracias, como siempre, por aportar.
Jota.