Imagina una balanza de las de toda la vida. Ya sabes, esas de las que cuelgan un par de bandejas: en un lado colocas aquello cuyo peso quieres conocer y en el otro vas poniendo pesas hasta averiguarlo.
En esas balanzas se alcanza el equilibrio cuando el peso en ambas bandejas es idéntico. En Fotografía pasa algo muy parecido.

Peso visual
El peso visual es la atracción que un determinado objeto o motivo ejerce sobre nuestra mirada.
Hay cosas y características de una imagen que atraen la mirada del espectador y otras que tienden a pasar desapercibidas. Por ejemplo una pared lisa no atrapará la atención pero un retrato colgado en ella sí lo hará.
Equilibrio en Fotografía
Si colocas ese retrato en el centro del encuadre no necesitas buscar el equilibro ya que has construido una imagen estática con el peso visual en medio y medio. Vemos un objeto en el centro de nuestro campo visual (tal y como esperamos, por cierto) y ya.
Si mueves el encuadre hasta dejar el retrato a un lado y en el otro dejas la pared vacía la imagen carece de equilibrio. Como si colocases algo solo en una de las bandejas de la balanza.
Equilibrio dinámico y estático
Ahora imagina que mueves el encuadre dejando el retrato a la derecha y que a la izquierda se ve algo más.
Si aquello que dejas a la izquierda tiene menos peso visual que el retrato la balanza se inclina hacia este lado. A eso le llamamos equilibrio dinámico: la imagen contiene elementos con diferente atractivo visual de manera que una zona prevalece sobre la otra.
En esta imagen, por ejemplo, el rostro de la izquierda (más grande y próximo a cámara) tiene más peso visual que el resto de elementos.

Si lo que dejas a la izquierda es tan atractivo para la mirada del espectador como el retrato ambos lados de la imagen “pesan” igual, la balanza se nivela y hablamos de equilibrio estático.
Comprender y distribuir el peso visual
Dado que la distribución del peso visual condiciona cómo se ven nuestras fotografías conviene saber qué elementos tienen mayor tirón.
Un tamaño grande, una forma reconocible (especialmente si es humana), una mirada (o un rostro al completo), un color intenso o que contrasta con el color que lo rodea tal y como te contaba en la entrada sobre cómo usar el color en Fotografía callejera, el propio contraste entendido como diferencia entre un elemento y su entorno (ya sea por textura, tono, enfoque, etcétera), la ubicación en la parte superior del encuadre y lejos del eje central… Todas esas características se traducen en un mayor peso visual y por tanto atraen la mirada del espectador.
La diferencia de peso puede entenderse por comparación: un rostro que mira a cámara va a tener más atractivo visual que una cabeza vista desde atrás (y mucho más que cualquier objeto porque nuestro cerebro siempre va a sentirse atraído por una cara), un punto de un color intenso tiene más peso visual que una forma apagada, un objeto o una persona enfocada pesan más que un objeto o alguien desenfocado, y así sucesivamente.
Podemos construir fotografías en las que se alcanza un equilibrio estático distribuyendo varios elementos con el mismo peso visual a lo largo y ancho del encuadre. Esas imágenes serán más cómodas para quien las contempla, pero también más estáticas y predecibles.

Sin embargo, si metemos dentro del encuadre un elemento con un gran peso visual y solo lo compensamos parcialmente con uno o varios elementos de menor atractivo, es decir, si jugamos con el equilibrio dinámico, estamos creando imágenes con tensión (nuestro cerebro busca el equilibrio constantemente y le incomoda no encontrarlo).
Un ejemplo sobre la marcha
Estoy acabando de escribir esta entrada en una cafetería del centro de Madrid. A mi izquierda hay un gran ventanal y frente a él desayuna una familia de turistas. El padre está sentado en un sofá de piel y su cabeza se recorta sobre una pared de madera, a unos cincuenta centímetros por encima y a su izquierda hay tres dibujos, tinta negra sobre papel blanco y marco negro, el del centro está ligeramente elevado respecto a los otros dos.
Veo dos posibilidades aquí (seguro que hay más): una imagen estática en la que solo veríamos su cara en medio de un encuadre horizontal, y una fotografía vertical donde su cabeza ocupa la parte inferior derecha del encuadre y uno de los dibujos la superior izquierda. Esta última sería una imagen con equilibrio dinámico porque el peso visual del rostro es mayor que el del dibujo.
En definitiva
Cuando vayas a hacer una imagen con más de un elemento tómatelo como si estuvieses distribuyendo pesos a lo largo y ancho del encuadre.
Puedes optar por buscar un equilibrio estático compensando un elemento con mucho peso visual (un rostro, un objeto grande, una masa de color intenso…) con uno o varios elementos de menor atracción o con otro elemento del mismo peso. O puedes optar por crear equilibrio dinámico haciendo que una parte de la imagen pese más que la otra.
En el primer caso (equilibrio estático) tu fotografía va a ser más cómoda y previsible, si te decides por el equilibrio dinámico habrás creado tensión y fuerza en el encuadre. Dicho de otra forma, el tipo de equilibrio por el que optas (o su ausencia) cambia cómo se leen tus fotos.
Te propongo un ejercicio más: al ver imágenes pregúntate si están equilibradas (y qué tipo de equilibro muestran) o si por el contrario son estáticas o están descompensadas.
Puedes encontrar el resto de apuntes de Fotografía (tanto de técnica como de composición) en esta página.
Me encantará saber qué opinas y si te surge alguna duda. Ahí tienes los comentarios!
Gracias por leer y por compartir esta entrada entre tus contactos.
Jota.