Puedo recordar perfectamente cuando, hace años, esperaba con impaciencia a que mi padre llegase a casa con el último número de la National Geographic.
Aún hoy soy capaz de evocar la sensación de abrir aquellas revistas por primera vez: una mezcla de emoción, curiosidad y sorpresa. Puedo verme pasando aquellas páginas llenas de imágenes bellísimas, que me transportaban a mundos completamente distintos al mío.
Sin embargo, lo que recuerdo por encima de todo es cómo escudriñaba las mismas fotografías una y otra vez, algunas están grabadas en mi mente para siempre. Acabé por llenar muchas de aquellas revistas con cientos de post-its con anotaciones y esquemas, en los que trataba de explicarme por qué esas imágenes me parecían irresistibles y por qué habían sido construidas de una determinada manera.
Ver una National Geographic es como asistir a una clase magistral, ante tus ojos pasan genios como Brent Stirton, Frans Lanting, Annie Griffiths, Steve McCurry, Reza, Robert Clark, Michael “Nick” Nichols… por mencionar sólo algunos, que te muestran lo mejor de su trabajo. Un verdadero lujo para cualquier amante de la fotografía.
Recientemente he recuperado un buen montón de ejemplares para, otra vez, pasar horas enteras garabateando notas y tomando apuntes, como si hubiese vuelto a clase.
Sin duda fotazas!!!
Grande Jota!
Un abrazo
Gracias Álex, la National Geographic tiene mucha culpa de mi amor por la fotografía… se nota? ;)
Abrazo.
…
Deberíamos asistir a clase de por vida y estar en constante aprendizaje.
Enhorabuena por esa recuperación de ejemplares, los guardarás como oro en paño :)
Coincido contigo, el día que perdemos la ilusión por aprender nos morimos un poco.
Y sí, son algo así como un pequeño tesoro que me devuelve el amor por la fotografía cuando éste flaquea, lo que no pasa muy a menudo.
Gracias por pasarte y comentar, Pau. Siempre es un placer leerte.