
William Klein tiene fama de transgresor, ha saltado de la pintura a la Fotografía y de ésta al cine, para volver de nuevo a la pintura mezclada con fotografías; es especialista en componer imágenes incómodas, en esa incomodidad reside parte de su fuerza y probablemente venga, al menos parcialmente, de no tener ningún tipo de complejo a la hora de construirlas en los márgenes de las normas clásicas de composición.
Seguro que cuando piensas en su Fotografía de calle la primera imagen que viene a tu mente es la del chaval con gesto de matón apuntando a cámara con una pistola mientras otro crío lo mira fijamente. Aunque es una instantánea magnífica y llena de fuerza he preferido acercarte y desmenuzar otra que, aunque es menos conocida, no le va a la zaga…
Por cierto, este artista rebelde e inclasificable sigue viviendo en París a sus 87 años.
La imagen
No cabe duda de que el principal centro de atención en esta fotografía es la figura de la izquierda, el gesto de su brazo, la cara tapada y la tensión de su cuerpo captan nuestro interés desde el primer segundo y, aunque recorramos el encuadre para explorarlo, volveremos a ella una y otra vez; tiene mucho de turbadora.
A su espalda dos personajes en distintos planos (en un triángulo que evidencia la profundidad de la escena) refuerzan el mensaje con sus ropas y sus gestos, el hombre vestido de mujer con la mirada perdida añade un sentimiento de tristeza y de extrañamiento.
Cuando un sujeto (una persona, un objeto) ocupa el primer plano como lo hace aquí puede ocasionar una división respecto al fondo al exagerar la separación entre las dos partes de la escena. Aquí se diría que se trata más bien de una desconexión entre dos mundos, el de los “locos” y los “normales”.
Es una calle estrecha, al estilo de las antiguas ciudades japonesas, y la foto se ha hecho de forma que las líneas de la valla y la casa de la derecha tienen su punto de fuga justo detrás de la cabeza del personaje principal, lo que aumenta su fuerza visual y la potencia de su gesto.
Al seguir estas líneas hacia la parte de atrás…
Descubrimos a los otros, a los “normales”. Sus ojos… ¿Se dirigen hacia los tres personajes del primer plano o por el contrario ya se han acostumbrado a sus extravagancias y somos nosotros, en el lugar ocupado por el fotógrafo, el objeto de sus miradas?
Hay gestos de curiosidad, pero también se diría que los hay de burla. De nuevo una separación entre dos mundos.
Un detalle quizás irrelevante pero que, una vez visto no he podido resistirme a compartir contigo: la espalda del hombre agachado en medio de la calle se refleja en el charco frente a él, ¿no te parece que añade una nueva dimensión a la escena?
Por cierto, no te tomes lo de “locos” al pie de la letra, en realidad se trata de integrantes del estudio de baile fundado en 1949 por Kazuo Ono llevando a cabo una interpretación. Imagino que esa información a posteriori cambia tu lectura de la imagen… ¿No es así? ;-)
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