No resulta difícil imaginar a Herni Cartier-Bresson esperando a que suceda algo en ese rincón de la isla griega de Siphnos, de forma parecida a como debió hacerlo en Hyeres, Francia, casi treinta años antes. Esos dos lugares parecen hechos a la medida de la fotografía que construyó en cada uno de ellos… En realidad esa es una simplificación demasiado fácil, lo que de verdad hace falta para captar momentos como esos es una intuición afinada al máximo y una sensibilidad estética excepcional.
En cierta forma, lo que Cartier-Bresson consiguió con imágenes como esta es que, de tanto en tanto, muchos de nosotros nos apostemos en lugares como el de arriba, con la esperanza de captar algo similar: un “instante decisivo” y atemporal. Qué atrevimiento, ¿no? ;-)
Por cierto, aunque el término “instante decisivo” no fue una invención del fotógrafo francés se asoció para siempre con su trabajo, si quieres averiguar de dónde viene la expresión hay un libro que te podría interesar (por ese y muchos otros motivos).
La imagen
Algunas fotografías de Henri Cartier-Bresson son engañosamente simples: el momento capturado resulta tan mágico y acapara tanta atención que corremos el riesgo de ignorar el entorno y en cómo se ha capturado, y sin embargo todo suma a la sensación global. Trataré de desmenuzar esta, consciente de que el hechizo es tan potente que no le quitaré fuerza.
El espacio se divide en tres partes mediante esas dos líneas verticales tan potentes, como si al compartimentarlo se ordenase.
La gran puerta de la derecha tiene un gran peso visual, que es contrarrestado por la ventana y la puerta de la izquierda. De esa manera se crea equilibrio al repartir la masa visual de la imagen a lo largo de todo el encuadre, a ambos lados de una hipotética línea de “simetría” que cae aproximadamente sobre la niña.
Todos esos planos a diferentes distancias recrean la profundidad del entorno haciendo que nos sintamos allí, en la calle, siendo testigos de ese instante.
La parte central de la imagen está en sombra, eso la destaca entre las paredes blancas y consigue que nuestra atención vaya inmediatamente hacia ella. La pared del atrás, contra la que se recorta la niña, aparece más clara que las escaleras y de esa manera su figura se distingue nítidamente. El momento en el que se apretó el disparador también es clave: los brazos están separados del cuerpo y las piernas abiertas, acentuando la sensación de movimiento.
Y aunque una fotografía es una imagen estática, el mago Cartier-Bresson consigue que en esta “veamos” el movimiento de la niña corriendo escaleras arriba, primero (antes de pulsar el disparador) a lo largo del tramo en primer plano y después (justo tras el momento capturado), hacia la izquierda y probablemente hacia arriba, según la dirección de la flecha.
Cada imagen de Henri Cartier-Bresson es una pequeña clase magistral de Fotografía con la que tenemos oportunidad de aprender y crecer. Probablemente la mejor forma de hacerlo sea coger uno de estos dos libros y revisarlas con calma, a nuestro propio ritmo:
Seguramente habías visto esta fotografía unas cuantas veces. ¿Estás de acuerdo con la interpretación? ¿Te gustaría hacer una aportación? Me encantará contar con tu contribución a través de los comentarios. Y recuerda compartir la entrada en tus redes si te ha resultado interesante. Gracias!
Como siempre, inteligente interpretación de la imagen. Saludos
Hola José. :)
Gracias por tus palabras, me alegra que te haya gustado la entrada. Cartier-Bresson es, siempre, una fuente inagotable de inspiración.
Abrazo!
Jota.