
Ya has leído acerca de Narelle Autio por aquí antes, por ejemplo en la entrada dedicada a los 11 fotógrafos de calle extranjeros y actuales que te recomiendo seguir de cerca, así que seguro que no te extraña encontrar una de sus imágenes en esta sección; ya era hora de analizar una muestra de su trabajo.
En aquel artículo te dejaba caer que las imágenes de Narelle están a mitad de camino entre la realidad y los sueños, la que te traigo hoy es un ejemplo perfecto de esa naturaleza onírica y a ratos poética.
La imagen
El mensaje de la fotografía es tan potente y a la vez surrealista que no hay manera de ir directamente a la parte compositiva y formal sin pararse un momento a pensar en lo que sucede en ella: un ángel entra, de noche, en un taxi. Vale, sabemos que no se trata de un ángel de verdad sino de una niña disfrazada, pero da igual, el hecho es a la vez tan sugerente, bello y extraño que nos dejamos embaucar; supongo que en esa capacidad de enseñarnos la realidad de una manera que nos hace verla de otra manera reside parte de la magia de la Fotografía de calle.
¿Qué hace un ser como ese haciendo algo tan terrenal como tomar un taxi? No vemos su cara y eso refuerza el misterio, en cierta forma nos deja seguir imaginando que no es una niña disfrazada (al fin y al cabo no podemos constatarlo). La noche lo envuelve todo alrededor de una figura que asociamos a la luz y a un ambiente brillante, como si ese fuese su motivo para tener que salir de allí.
El ángel se sitúa en uno de los puntos de la regla de los tercios, lo que deja espacio para que el entorno se cuele justo en la zona opuesta de la imagen y nos explique el lugar en el que sucede la acción, al fondo parecen distinguirse más personajes al borde de la carretera. Hay un contraste interesante entre la quietud de la parte inferior derecha de la fotografía y la parte superior izquierda, llena de movimiento.
La puerta abierta enmarca perfectamente al ángel mientras entra en el taxi, la separa del resto de elementos y facilita que distingamos su forma, a eso también contribuye el interior del vehículo, oscuro, que contrasta con las alas y las ropas de la niña.
Los colores de la imagen se reducen a prácticamente sólo dos: el blanco de la blusa, las alas y los coches y los tonos anaranjados del resto de elementos (rodeados por circunferencias en el esquema), incluso el rostro del taxista, iluminado por las luces, presenta el mismo color.
Esa paleta tan reducida aporta coherencia y nuevamente facilita la lectura de la fotografía, puesto que el color no distrae del resto del contenido.
Las principales líneas de la imagen son oblicuas respecto a los bordes del encuadre y generan dinamismo, incluso una cierta tensión.
Y por último, ese pequeño marco en forma de “V” que permite atisbar el rostro del taxista a través de las alas crea un nuevo centro de atención.
No sé a ti, pero personalmente el hecho de no ver por completo la expresión del chófer mirando a la niña mientras entra en su vehículo me genera cierta inquietud, seguramente como consecuencia del contraste con un ser tan inocente como el ángel-niña. Supongo que antes que ella ha entrado alguno de sus padres, pero todo lo que vemos es un adulto recogiendo en su coche a un ser que forma parte de otro mundo…
¿Qué te parece la imagen de Narelle Autio? ¿Qué quitarías, cambiarías o añadirías al análisis? Me encantará leer tus impresiones a través de los comentarios. Si te ha gustado la entrada, compártela en tus redes… Gracias!
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