La tela iluminada por la luz del sol enmarca al monje, si silueta es lo suficientemente reconocible como para que podamos hacernos una idea de quién se oculta tras ella. Su color la hace destacar fuertemente del entorno, no caben dudas de adónde mirar, de cuál es el centro de atención.
El espacio alrededor de la figura es el justo como para imaginar dónde se encuentra, o al menos, para recrear el entorno. Es fácil imaginar un estanque en las proximidades de un templo.
Pocos colores, y análogos (próximos entre sí en la rueda de color) crean una atmósfera tranquila y apacible.
Es luz que se cuela por la parte superior del encuadre, y que en otras circunstancias podría considerarse un fallo, algo indeseado, tiene connotaciones distintas gracias al protagonista. Un rayo que cae sobre la cabeza de un monje… ¿Hablamos de sabiduría? ¿De iluminación en un sentido místico o religioso?
Agencia Magnum que definía a la Fotografía como un puente entre la ciencia y el arte. No es ni mucho menos la primera vez que lo ves por aquí.
Has descrito muy bien la foto del monje cubierto por la tela naranja. Me pregunto si la foto fue puro azar o fue preparada por el fotógrafo intuyendo la fuerza de la imagen. Supongo que la pregunta es improcedente porque lo único que importa es la fotografía: formidable, hermosa, magnética. Estoy aprendiendo mucho con tus entradas. Un saludo.
Gracias! Me alegra que te guste tanto… :)
En realidad tienes toda la razón cuando dices que lo importante al final es la fotografía en sí, y no tanto saber las circunstancias que la rodean… Al fin y al cabo el talento es imprescindible para hacer una gran imagen, aunque ésta esté pensada hasta el último detalle. Y si no, piensa en W.E. Smith (del que hay un par de entradas en el blog), que no tenía reparos en prepararlo todo, incluso en alguna de sus fotografías más conocidas.
Muy halagado por tus palabras. Espero mantener tu interés mucho tiempo. ;)
Abrazo.
Jota.