Análisis de una fotografía callejera: Eugene Richards, Brooklyn 1993

Fotografía callejera de Eugene Richars: una abuela y su nieta se refrescan.
Fotografía © Eugene Richards

Hoy vamos a hacer el análisis de una Fotografía callejera de Eugene Richards y a saber un poco más de este fotógrafo documental estadounidense que ha desarrollado proyectos fabulosos (y muy muy comprometidos). No encuadraríamos su trabajo dentro de la street photography al uso, pero sin duda la imagen que voy a mostrarte es pura calle.


La imagen

Una niña lanza agua con un cazo a alguien fuera del encuadre, quizás a otros niños que como ella han bajado a la calle para sofocar el calor alrededor de una boca de incendios. De esa boca parte también un chorro que recorre toda la imagen, cruzando por delante de una mujer sentada en una piscina de plástico en la que cabe a duras penas.

Al fondo otras dos mujeres contemplan la escena sentadas en sillas de playa, una de ella con gesto divertido, mientras el resto del encuadre aporta elementos que nos sitúan en un barrio humilde y bajo un puente que cierra la fotografía por encima como una sombra.

Es la imagen del calor del verano en la ciudad y a la vez del disfrute posible en cualquier parte y en cualquier circunstancia.

Composición

Fotografía callejera de Eugene Richars: una abuela y su nieta se refrescan.
Fotografía © Eugene Richards

El arco creado por el agua que sale del cazo concentra la atención en la parte derecha de la imagen y hace que advirtamos la fuerte presencia de la mujer a pesar de todos los elementos que pueblan el encuadre.

El arco creado por el agua llama la atención sobre la abuela.

Además sus ropas oscuras (solo la boca de incendios y la sombra bajo el puente son tan oscuros como su bañador y sus gafas) y su situación en una intersección de la regla de los tercios hace que atraiga todavía más nuestra mirada.

La parte más relevante está en un punto de la regla de los tercios.

En la imagen suceden muchas cosas a la vez, como varias historias en paralelo: la niña juega y trata de empapar a alguien que no vemos, la mujer del fondo sonríe al ver la escena (que nosotros solo vemos en parte) y la abuela (el título de esta fotografía es “Grandmother“) se ajusta las gafas con un gesto serio que contrasta con todo lo que pasa a su alrededor, incluido el hecho de que parece a punto de desbordar la minúscula piscina en la que está sentada.

En la fotografía suceden muchas cosas.

Fíjate en cómo las líneas creadas por el agua proyectada desde el cazo y la boca de incendios llenan el encuadre, generan muchísimo movimiento dentro de la escena a pesar de aparecer congeladas como consecuencia de un tiempo de exposición corto.

La curva y las líneas creadas por el agua crean dinamismo.

Las demás líneas (bajo el puente, en las vallas, el edificio del fondo y en la acera), la mayoría diagonales, recrean a la perfección el espacio tridimensional de la calle y a la vez generan tensión y dinamismo en el encuadre.

Las líneas de la fotografía recrean el espacio.

Por último, fijémonos en los detalles que aportan contexto: las sillas que la gente ha sacado a la acera para escapar del calor de sus casas, el alambre de espino hace pensar en un barrio periférico, seguramente bajo el mismísimo Manhattan Bridge (a juzgar por la estructura bajo la calzada y el aspecto del anclaje).

¿Será justo aquí? ¿Tú qué opinas?

Los detalles de la imagen aportan contexto.

Como te decía arriba: pura calle.

Técnica

Aunque no conocemos los valores exactos de la exposición podemos hacernos una idea de ellos:

  • Tanto el movimiento de la niña como el del agua y el resto de personajes está congelado como consecuencia de una velocidad de obturación alta, seguramente de 1/250 en adelante.
  • En cuanto al enfoque todos los elementos aparecen nítidos, desde la mujer y la boca de incendios en primer término hasta la parte inferior del puente a varias decenas de metros de distancia. Es posible que Richards haya usado la hiperfocal (descubre qué es y cómo emplear la distancia hiperfocal) para asegurar la máxima profundidad de campo, o como mínimo ha tirado de una apertura relativamente pequeña.
  • Y por último la longitud focal. Esa sensación de estar viviendo la escena desde muy cerca solo se consigue con una longitud focal corta y acercándose lo suficiente. Me inclino a pensar que se trata de un 35mm o incluso menos. Descubre qué es la longitud focal y cómo afecta a tus imágenes.

El autor

Eugene Richards nació en Dorchester, Massachusetts en 1944. Es fotógrafo documental, escritor y cineasta. Estudió fotografía con Minor White y comenzó muy pronto a trabajar en proyectos relacionados con aquellos que no tienen una vida fácil: adicción a drogas, enfermedad terminal, VIH infantil, ancianidad y muerte…

Ha recibido numerosos y prestigiosos premios entre los que se incluye una Beca Guggenheim, el W. Eugene Smith Memorial Award, una Leica Medal of Excellence y un World Press Photo. Sus fotografías han sido exhibidas en espacios tan importantes como el Metropolitan Museum of Art, el Museum of Modern Art (MoMA), el International Center of Photography y el Centre Pompidou.

Esta es la página web de Eugene Richards en la que se puede ver una gran selección de sus imágenes agrupadas por trabajos (tienes enlaces a los libros ahí abajo). Verás e ese tipo de fotos que solo salen cuando el fotógrafo está cerca (emocional y físicamente) de aquellos a quienes capta.

Trabajos


La imagen de Eugene Richards es de esas que en palabras de otro maestro, Bruce Gilden, hacen que podamos oler la calle, y eso a pesar de que siempre ha trabajado desde un enfoque documental siguiendo temas concretos y fotografiando la vida de otros desde muy cerca.

¿Qué te parece? ¿Qué destacarías de ella? ¿Cómo la lees tú? ¿Hay algún aspecto en el que quieras profundizar? Ahí tienes los comentarios, será un placer contestarte.

Muchas gracias por leerme, por tus reflexiones y por compartir mis entradas en tus redes.

Hasta pronto.

Jota.

14 comentarios en «Análisis de una fotografía callejera: Eugene Richards, Brooklyn 1993»

  1. Como bien se dice en el artículo “pura fotografia de calle” Es impresionante todo lo que te puede contar una fotografia.
    Y si. Creo que has clavado la ubicación.

    Gracias Jota por el análisis!

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    • Hola Ernesto! Cómo estás? Qué tal todo? :)

      Claro, no sé hasta qué punto todo lo que yo veo forma parte de la intención del fotógrafo (seguro que también me pierdo cosas que él sí decidió) pero considero que igualmente contribuyen a que la foto funcione así de bien.

      Saludos y gracias por comentar, como siempre! :)

      Jota.

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  2. La imagen es pura calle , no cabe duda, y hoy nos transporta a otras décadas.Muy ilustrativo como siempre tu análisis.
    Concuerdo en parte con Ernesto Mirabal , de que algún elemento sea azaroso , pero creo que el fotógrafo de calle , como en otras disciplinas, va adquiriendo ese “sexto sentido”, esa intuición y capacidad que te hace reaccionar y ver ,literalmente el potencial de una escena .
    Saludos.

    Responder
    • Hola Richard! Muchas gracias por tu comentario!

      La intencionalidad es muy difícil de valorar, por eso intento no dar por hecho que todo lo que veo ha partido de una decisión consciente del fotógrafo (seguramente también dejo de apreciar cosas que él sí tuvo en cuenta). En cualquier caso, estoy muy de acuerdo con eso que dices del “sexto sentido”!

      Un saludo y de nuevo gracias! :)

      Jota.

      Responder
  3. Excelente una vez más, Jota Barros, el análisis que has hecho de esta gran foto, y en el que hay mucho trabajo y esfuerzo, que creo han sido siempre una de las más importantes señas de identidad de tu éxito.

    Y es que se nota cuando alguien hace algo que le gusta, le apasiona al máximo.

    En mi opinión, y perdón por la obviedad, se puede aprender mucho sobre fotografía en general y fotografía callejera en particular leyendo tus análisis repletos de detalles interesantes sobre composición, técnicas, elementos y personas clave dentro del encuadre, factores que atraen más la mirada del observador, historias paralelas que ocurren a la vez, etc, y que explican con precisión como una fotografía ” funciona “.

    Coincido en que Eugene Richards debió utilizar una velocidad de obturación alta de 1/250 en adelante, y efectivamente o bien usó técnica hiperfocal para asegurar la máxima profundidad de campo o bien disparó con una abertura de diafragma relativamente pequeña en torno a f/8 o incluso f/11, porque como bien dices, todos los elementos y personas aparecen nítidos.

    Con respecto a la longitud focal del objetivo utilizado, aunque no puede excluirse al 100% la posibilidad de que usara un 35 mm, a mi modesto entender es más probable que hiciera la foto con un objetivo de 28 mm, 24 mm o incluso 21 mm.

    Es cierto que un porcentaje muy elevado de los mejores fotógrafos de la historia de fotografía callejera usaron y siguen utilizando Leicas telemétricas, pero ello no significa que otras muchas cámaras sean también muy aptas para dicho género fotográfico, incluso por curioso que pueda parecer algunas réflex como la Olympus OM-1 o bien Olympus-OM2 cargada con película Tri-X de blanco y negro con la que muy probablemente fue hecha esta fotografía.

    Creo que la cámara tenía acoplado un objetivo angular de enfoque manual Olympus OM Zuiko Auto-W 24 mm f/2 de 10 elementos en 8 grupos de los años setenta o bien un Olympus OM Zuiko Auto-W 21 mm f/2 de 11 elementos en 9 grupos (que por vez primera incorporaba un grupo de elementos flotante que mejora la nitidez desde 20 cm hasta infinito) de 1978 o 1979 y también de enfoque manual.

    En principio, las cámaras réflex no son las más adecuadas para hacer fotografía callejera (lo cual no significa que no se pueda hacer fotografía callejera con ellas), porque normalmente sus dimensiones y peso son mucho mayores que los de las cámaras mirrorless con telémetro como las Leicas M analógicas o digitales o excelentes cámaras mirrorless sin telémetro como las Fuji X-Pro 1, X-Pro 2, TX-1, TX-2, Olympus OM-D E-M1 Mark II, Olympus OM-D E-M5 MK II, Ricoh GRII y otras, además de que al albergar un espejo basculante, su movimiento durante el acto fotográfico genera un ruido mucho mayor que en las cámaras mirrorless y hace mucho más difícil que el fotógrafo pase desapercibido.

    Pero Yoshihisa Maitani (probablemente el mayor genio del diseño de cámaras fotográficas y dispositivos mecánicos miniaturizados dentro de cuerpos de cámara en toda la historia de la fotografía junto con Oskar Barnack) y el gran diseñador óptico Yoshisada Hayamizu (en colaboración con otros miembros destacados del formidable equipo Olympus Co, Ltd de diseño óptico como Toshihiro Imai, Nobuo Yamashita, Toru Fujii, Hiroshi Takase, Yoshiaki Horikawa, Tadashi Kimura y Fumitaka Watanabe) alteraron de modo insólito cualquier tipo de parámetro, hasta el punto de que grandísimos fotógrafos como Eugene Richards (de modo masivo), Susan Meiselas ( que utilizaba normalmente una Leica M2 con objetivo de 35 mm, pero también varios cuerpos Olympus OM-1 y OM-2) y otros, se decantaron por dichas cámaras analógicas y objetivos réflex Olympus Zuiko porque eran mucho más pequeños y ligeros que las mejores réflex de otras marcas en aquella época.

    Maitani, una auténtica fuerza motriz de ingeniería, tecnológica y mecánica en sí mismo, comprendió a la perfección las limitaciones de las cámaras Leica, dotadas con telémetro de coincidencia de alta precisión, en ámbitos como la microfotografía, macrofotografía, deportes y el uso de teleobjetivos medios y largos, por lo que luchó al máximo para intentar transferir las características de increíblemente pequeño tamaño y peso asombrosamente ligero de las cámaras Leica telemétricas a un sistema réflex único en su género: la serie Olympus OM de Cámaras, Objetivos y Accesorios, que significó a efectos prácticos un punto de inflexión en el devenir del entorno de cámaras y objetivos fotográficos para formato 24 x 36 mm y tuvo su máxima expresión en las cámaras Olympus OM-1 y Olympus OM-2, mucho más pequeñas y ligeras que los modelos profesionales réflex de 35 mm de otras marcas en su época.

    No es pues de extrañar que el objetivo favorito de Eugene Richards fue en gran medida el Olympus OM Zuiko Auto-W 21 mm f/2, ciertamente extraordinario, con soberbio poder de resolución, contraste y corrección de la distorsión, que sigue siendo uno de los referentes mundiales en su focal y luminosidad incluso hoy en día, aproximadamente 40 años después de su diseño, y cuyo peso (250 g) y dimensiones (44 mm de longitud) son diminutos, por lo que su manejo acoplado a una Olympus OM-1 o una OM-2 disparando a pulso es muy cómodo.

    Es decir, a mi modesto entender, Eugene Richards aplica un criterio esencialmente práctico en la elección de su equipo fotográfico Olympus, al servicio del tipo de fotografía callejera que hace, aproximándose muchísimo a los protagonistas de sus imágenes y utilizando una cámara y objetivos de tamaño y peso muy pequeños que permiten tirar a pulso con gran comodidad y notable estabilidad de disparo.

    Además, el fotógrafo norteamericano conocía perfectamente en esos momentos otras tres cualidades de las cámaras réflex analógicas Olympus OM-1 y OM-2 que marcaban la diferencia :

    a) Su fabuloso visor óptico con magnificación 0.92x, todavía por superar hasta la fecha por cámara réflex formato 24 x 36 mm alguna. Quizá únicamente el visor de las Leica R8 y R9 se le aproxima en calidad de visionado, seguido por el excelente de las Nikon F y Nikon F2 (ésta última otra maravilla totalmente mecánica, como la Olympus OM-1). Este enorme visor, de impresionante brillantez y nitidez, era de gran ayuda.

    b) La muy baja intensidad sonora producida al presionar el botón liberador del obturador de las cámaras Olympus OM-1 y OM-2, ya que gracias a su inmenso talento como ingeniero, Maitani consiguió reducir al máximo el ruido generado tanto por el obturador mecánico mecánico de la OM-1 como por el electrónico de la OM-2, que no son tan silenciosos como el de una Leica montura LTM39 o M, pero son bastante más sigilosos que los de las mejores cámaras réflex de su época, por lo que se convierten en algo decisivo para preservar la discreción al hacer las fotos.

    c) Los objetivos Olympus OM Zuiko de enfoque manual diseñados por Yoshihada Hayamizu eran de promedio aproximadamente un 35% más pequeños y ligeros que las ópticas fijas de idéntica longitud focal y máxima abertura de diafragma de otras marcas).

    Gracias, Jota Barros, por tu esfuerzo y tu encomiable capacidad didáctica.

    Responder
    • Hola José Manuel!

      Antes de nada, disculpa porque al leer tu correo comprobé que tu comentario había sido marcado por WordPress como Spam. Lo he recuperado para poder contestarte.

      Y me dejas sin palabras, no ya por tus cumplidos, que agradezco enormemente, sino también por la clase magistral sobre las cámaras y objetivos Olympus de la que, tengo que admitir, que no tenía idea alguna. He estado curioseando y veo que ese objetivo con el que te deshaces en elogios todavía hoy de segunda mano cuesta más de 1000€, lo que si duda está justificado por todo lo que cuentas de él.

      Te doy las gracias por aportar tantísima información, tu comentario ha expandido mi entrada de forma fabulosa. Me he quedado maravillado, por completo.

      Ahora yo tampoco dudo de que esa foto fuese hecha por Richards con una Olympus y sí, también yo me inclino por una focal más corta de lo que había dicho en un principio. Por cierto, que últimamente ando con un 28mm y todavía estoy en periodo de adaptación, pero muy interesado en los resultados.

      Un abrazo fuerte, de nuevo muchísimas gracias por aportar siempre tanto. Tus conocimientos me resultan tremendamente inspiradores.

      Jota.

      Responder
  4. Muchas gracias a tí, Jota, por tus amables palabras, aunque por supuestísimo no me considero autoridad en nada, sino simplemente un apasionado de la fotografía, de las cámaras y los objetivos de diferentes marcas.

    Me alegro infinito si he podido ayudar con mi granito de arena a potenciar en la medida de mis modestas posibilidades este excelente blog hecho a base de mucho tesón, esfuerzo y parámetros artesanales.

    Me alegro también de que estés practicando con el 28 mm, una de las focales por excelencia del fotoperiodismo.

    Imagino, si no estoy equivocado, que hasta ahora habrás utilizado sobre todo objetivos fijos de 35 mm, que es en principio la focal más versátil para la fotografía callejera.

    Al igual que ocurre con los objetivos de 50 mm (con los que se han obtenido muchas de las más icónicas fotografías de la historia, hechas por míticos fotoperiodistas de la talla de Walter Bosshard, Otto Umbehr, Erich Salomon, Harald Lechenpeg, Henri Cartier-Bresson, Alfred Eisenstaedt, Izis Bildermanas, David Seymour Chim, Robert Capa, Agustí Centelles, André Kertészt, Alexandr Rodchenko, Arthur Rothstein, Helen Levitt, Inge Morath, Herbert List, Harold Feinstein, Lisette Model, Harold Feinstein, Peter Magubane, Robert Frank, Micha Bar-Am y otros), cuya intrínseca naturaleza de tele corto le hace más difícil de usar en fotografía callejera que un objetivo angular de 35 mm.

    Por su parte, los objetivos de 28 mm son en mi opinión más difíciles de usar que los de 50 mm y los de 35 mm, porque el fotógrafo ha de acercarse más, es notablemente más complicado mantener la discreción y más fácil el que aparezcan distorsiones.

    El 28 mm precisa invadir notablemente el terreno más próximo a los sujetos, el fotógrafo tiene que acercarse mucho más que con un 50 o un 35 mm, por lo que ha de que ser especialmente cuidadoso, trabajar muchísimo y bien tener abundante talento innato o tratar de adquirirlo a base de práctica.

    Con frecuencia se puede ganar en impacto de las imágenes, pero el desgaste físico suele ser también mayor.

    A mi modesto entender, en el 28 mm empieza un terreno distinto desde un punto de vista tanto fotoperiodístico como de fotografía de calle, y que ha sido diacrónicamente potenciado sobremanera por grandes maestros como William Klein, capaz de acercarse a bocajarro, pasar desapercibido y hacer fotos extraordinarias con sus objetivos de 28 mm y 21 mm que fueron los que más utilizó, además de usar películas de blanco y negro con mucho grano y ser un entusiasta de las copias con fuertes contrastes y variedad de tonos.

    En las fotografías hechas con un objetivo de 28 mm, cualquier observador percibe que está más dentro de la escena. Es como si tomara parte en ella.

    La cobertura de un objetivo de 28 mm es obviamente bastante más amplia que un 50 mm o 35mm, por lo que existen mayores posibilidades de meter en el encuadre distintas personas, objetos e historias paralelas.

    Pero usar el 28 mm no es nada fácil, sobre todo a la hora de intentar pasar desapercibido, acercarse al máximo posible, preservar la discreción al disparar y por así decirlo “hacerse invisible” en dicho instante, una de las grandes aspiraciones de todo buen fotoperiodista y fotógrafo de calle, ámbito en el que han sido auténticos buques insignia usando objetivos de 28 mm fotógrafos como Gary Winogrand, Constantine Manos, Antonin Kratochvil, Sam Abell, Bruce Gilden ( grandísimo fotógrafo de calle con un estilo único, de máxima aproximación, y que no siempre pasa desapercibido ), Lee Friedlander, Eugene Richards, Sebastiao Salgado con su Leica R6.2 acoplada a Elmarit-R 28 mm f/2.8 y fabuloso Elmarit-R 19 mm f/2.8 Versión 2 diseñado por Walter Mandler (y que fue adquirido por un fotógrafo español a muy buen precio), y otros.

    Es cierto que tradicionalmente se ha considerado que el 50 mm da una visión normal con respecto al ojo humano cuando mira de frente, pero existen muy profundos estudios ópticos que demuestran que el campo de visión obtenido con un objetivo de 28 mm se asemeja más al del ojo humano si se utiliza la visión periférica del mismo.

    Además, el 28 mm posee una naturaleza cinemática de primerísimo nivel que ha sido magistralmente utilizada en muchas de sus películas por Steven Spielberg, Terrence Malick y otros para contar historias, una faceta en la que estos objetivos encuentran uno de sus más significativos biotopos, porque plasman imágenes de notable realismo pero que pueden aportar también con cierta frecuencia carácter fantástico y surrealista según los contextos, el tipo de personajes y los elementos compositivos.

    El 28 mm es una longitud focal muy flexible y adaptable a las circunstancias y que permite un uso muy fácil de la técnica hiperfocal sin tener que preocuparse por la precisión de enfoque, ya que este es el más rápico AF existente.

    Pero es un objetivo con el que hay que perserverar mucho hasta ser capaz de ver adecuadamente con él, desarrollar cierto sentido de anticipación a los acontecimientos y conseguir buenos resultados con aceptable consistencia.

    De hecho, uno de los motivos entre otros del éxito de las Ricoh GR y Ricoh GR II ha sido el excelente objetivo de 28 mm que incorporan, cuya versatilidad y calidad óptica son soberbias para el precio que tiene, y evidentemente optimizado para fotografía callejera.

    No obstante, los objetivos de 35 mm son, tal y como ha explicado con frecuencia el monstruo David Alan Harvey, uno de los más eximios usuarios de ópticas con dicha longitud focal, el límite con amplia perspectiva angular para aproximarse todo lo posible a los sujetos sin distorsión en la imagen.

    Es un tema no exento de debate y subjetividad, ya que otros fotógrafos de talla mundial que usan habitualmente angulares entre 28 mm y 21 mm aducen que dichas distorsiones en mayor o menor medida pueden formar parte del impacto de las imágenes de fotografía callejera, generando cierta sensación de caos y el anteriormente mencionado surrealismo, sobre todo en fotografías hechas en grandes megalópolis.

    No es fácil entender la perspectiva que genera el 28 mm, distinta a la del 50 mm y el 35 mm, y que necesita muchísima práctica así como progresivas fases de perfeccionamiento para encontrar el equilibrio adecuado entre sujeto, contexto y elementos dentro del encuadre, pero ello forma parte de la esencia de la fotografía callejera como algo muy útil para el crecimiento y desarrollo como persona, ya que obliga al fotógrafo a interactuar con gentes, culturas y lugares distintos.

    Volviendo al tema de la fotografía de Eugene Richards hecha en 1993, efectivamente creo que fue hecha con un objetivo Olympus Zuiko OM 24 mm f/2 y enfoque manual o bien con el fabuloso Olympus Zuiko OM 21 mm f/2 también de enfoque manual.

    No sería de extrañar que por increíble que pueda parecer, Eugene Richards hubiera hecho la foto con el 21 mm f/2 acercándose al máximo, ya que otro de los motivos por los que usaba cámaras Olympus OM-1 y OM-2 era porque su precisión de encuadre era muy superior a la de las Leicas telemétricas.

    En mi opinión, con una Leica telemétrica le habría sido más difícil la precisión de encuadre que se observa en la esquina inferior izquierda de la imagen en la zona redondeada del borde de la acera.

    Y es que estos monstruos, una vez que dominan el uso del 28 mm, siempre a la busca de imágenes con el mayor impacto posible y captación de momentos definitorios, son capaces de utilizar con maestría objetivos de 24 mm e incluso 21 mm en fotografía callejera, algo que progresivamente ocurrió también con Lee Friedlander, maestro del 35 mm y 28 mm, pero que desde hace aproximadamente diez años ha utilizado con gran pericia el Cosina Voigtländer Color-Skopar 21 mm f/4 de 8 elementos en 6 grupos acoplado a su Leica M, así como una cámara de formato medio Hasseblad SWC con objetivo Carl Zeiss Biogon 38 mm f/4.5 (equivalente a un 21 mm en formato 35 mm).

    Por otra parte, la senda del 28 mm potencia notablemente la fotografía instintiva al igual que los objetivos todavía más angulares.

    Responder
    • Hola José Manuel! :)

      Una vez más he aprendido muchísimo de tus palabras. Gracias por compartirlas con todos nosotros por aquí, de corazón. Me gusta saber que el 28 puede ayudarme (aunque sea más difícil) a fotografiar de una forma más instintiva, es mi objetivo a medio plazo.

      Un abrazo y, de nuevo, un placer leerte!

      Jota.

      Responder

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