Cristóbal Hara estuvo a punto de abandonar la Fotografía tras 17 años creando imágenes en blanco y negro. Estaba aburrido de sí mismo y de lo que hacía, de repetir las mismas recetas que todo el mundo, fotografiando al estilo de LIFE y Magnum con un evidente enfoque documentalista al más puro estilo de los fotógrafos clásicos. Entonces, como último recurso, decidió dar una oportunidad al color. El resto, por suerte para todos, es uno de los capítulos más emocionantes de la historia de la Fotografía española.
Fotografiando un país desde dentro
A Cristóbal le gusta la Fotografía hecha desde dentro, en lugar del resultado de ver y fotografiar la cultura a través de filtros impuestos por el fotógrafo. Así que coincidiendo con su paso al color, se propone fotografiar España en sus propios términos, con un lenguaje que beba de la historia y la cultura del país, en la línea de lo que por entonces hacen sus compañeros norteamericanos al otro lado del Atlántico.
Y así, a las primeras capturas en blanco y negro, clásicas, bellas y quizás previsibles, que parecen perseguir y congelar el manido “instante decisivo” en forma de gesto o del punto álgido de la acción, le siguen, cada vez más, fotografías que desafían todos los cánones del lenguaje fotográfico y que, en lugar de buscar el momento descriptivo que explica lo que está sucediendo, escudriñan la realidad para encontrar lo oculto, para mostrar un mundo fantástico que se esconde entre sus pliegues.
Sólo lo fantástico puede ser exacto. Ortega y Gasset (frase que cierra “An Imaginary Spaniard”)
A través de un lenguaje propio que bebe de la obra de Goya y de Velázquez, emocional y emocionante, personal y reconocible como un idioma inventado que no siempre somos capaces de descifrar a la primera, Hara construye un retrato del país en el que vivimos que desafía a cada imagen lo que creemos saber de él. Sus capturas plantean preguntas incómodas una y otra vez hasta resultar irresistibles, y lo hacen dirigiendo nuestros ojos justo en la dirección contraria de hacia donde esperamos mirar, o al menos, en una forma en la que sólo parece saber hacerlo él.
En lugar de enseñarnos lo que creemos querer ver (porque ya lo hemos visto cientos de veces antes), Hara nos muestra lo que no vemos cuando miramos, poniendo el acento en lo formal muy por encima de aquello “que sucede”.
Lo importante de un buen fotógrafo es lo que hay previo a la fotografía, lo que él aporta a la situación fotográfica. Hay que desarrollarse como persona; adquirir cultura visual (…). Cada uno hace su fotografía y cada uno lleva su camino, pero el camino de uno no sirve para otro. Cristóbal Hara.
Trayectoria vital
Cristóbal nace en 1946 en Madrid y pasa su infancia entre Filipinas, Estados Unidos, Alemania y España. Sus primeros años están llenos de viajes, tanto que a los diez ya ha dado un par de vueltas al mundo y habla varios idiomas. Su primer contacto con una cámara de fotos es a los cinco años, con una Kodak Brownie que le regala su abuela.
Tras su paso por Derecho y Dirección de Empresas decide dedicarse a la Fotografía, después de descubrir el trabajo de Henri Cartier-Bresson en un documental. Regresa a España y realiza el servicio militar (durante el que fotografía al ejército desde dentro con una vieja Leica, a la vez que comienza a tomar fotos en la calle). Vive una temporada en Londres, allí colabora con John Hillelson (agente de Magnum Photos que lo pone en contacto con grandes fotógrafos) y con la agencia Viva de París. Expone en el Victoria & Albert Museum de la capital inglesa, bajo el título “Three Photographers” y de forma individual en La Photogalería de Madrid.
A su vuelta a España comienza a trabajar con la agencia Cover en la capital y expone en ARCO. A esa le seguirán muchas más exposiciones por toda España y Europa, y su participación en una muestra itinerante por Estados Unidos.
Tras una crisis en la que llega a plantearse abandonar la Fotografía, se propone hacer una obra basada en la riqueza cultural de España, de la misma forma que lo hacen los fotógrafos de Norteamérica en el suyo. Se equipa con película en color y viaja con la última generación de maletillas (toreros rurales), una experiencia que defina como importantísima en su trayectoria. De ahí sale “Lances de Aldea”, un libro del que al principio no consigue vender más de cien ejemplares pero que supone el principio de todo lo demás.
A aquel le siguen más obras impresas, entre las que cabe destacar “Vanitas”, que aborda el tema de la apariencia-realidad, y “An Imaginary Spaniard”, que explora un país alejado de los cánones estéticos.
En definitiva
La obra de Cristóbal Hara nos recuerda que, afortunadamente, en los márgenes de lo que comúnmente se acepta como buena Fotografía hay todavía mucho espacio para crear y para ver de forma distinta.
Sus imágenes deberían espolearnos para soltar el lastre que a veces arrastramos cuando llevamos la cámara en la mano, ese que nos limita al obligarnos a mirar como ya lo han hecho otros antes; son un recordatorio de que nuestra visión personal y nuestra interpretación de la realidad deberían estar muy por encima de los cánones técnicos y compositivos, y también de que, para encontrar una forma de ver propia es tan importante dominar la cámara y el lenguaje visual como cultivar nuestra mente.
Si coincides con él en alguna fiesta tradicional, algo que por suerte nos sucede a menudo en Galicia, dedica unos minutos a observar cómo trabaja y cómo se funde con el entorno hasta pasar completamente desapercibido. Cuando todo haya acabado quizás tengas oportunidad de intercambiar unas palabras con él, descubrirás entonces que tras un magnífico fotógrafo hay un ser humano a la altura.
Fuentes
Para esta entrada me he basado principalmente en las referencias de un post anterior, y he recurrido al libro Cristóbal Hara de La Fábrica (Colección PhotoBolsillo), todas las fotografías que ves, excepto la que encabeza la entrada, han sido tomadas de él.
¿Conoces el trabajo de Hara? ¿Te gusta? ¿Qué opinas de su estilo? Me encantará leer tus impresiones en los comentarios. Ah, y recuerda compartir la entrada en tus redes sociales, si te ha gustado. Gracias!