Me he propuesto explicarte el proceso que finaliza una fotografía digital, si normalmente te cuento cómo y por qué he capturado la imagen hoy vamos a ver qué pasa después, frente al ordenador, donde mediante ajustes acabo de construir la fotografía que había querido conseguir desde el principio.
La imagen de arriba es el resultado final de un proceso que comenzó con la elección del lugar (al contrario que la mayoría de imágenes que ves en el blog esta es posada, porque forma parte de la exposición Allariz 25 Miradas) y que después continuó así:
- toma de varias fotos
- selección de la fotografía sobre la que trabajar (lo que significa descartar las demás o al menos la mayoría, a veces todas)
- procesado digital en Lightroom
Antes de profundizar en el punto 3 y ver cómo evoluciona la imagen desde un archivo digital en bruto (RAW) hasta convertirse en la que ves arriba hay varias cosas de las que debemos hablar… ;-)
Poniendo el procesado digital en contexto
La cámara no ve la realidad como la ves tú
Una cámara (digital) transforma la luz que entra a través del objetivo en unos y ceros que generan un fichero informático que después lee un software para finalmente mostrarse en un dispositivo (o imprimirse sobre un papel). Cuando miramos la pantalla trasera o la de nuestro ordenador para comprobar el resultado damos por hecho que las cosas eran exactamente como las registró nuestra cámara, olvidando que hace interpretaciones y ajustes y que, además, tiene limitaciones. Tendemos a atribuirle una veracidad que es ficticia.
El proceso digital es una (nueva) interpretación personal
Dos personas distintas pueden hacer dos procesados digitales distintos porque interpretan de forma diferente la escena o porque buscan resultados completamente opuestos partir del mismo negativo digital. Cuando ves una imagen en una te conviene recordar que es el resultado de una interpretación (por parte del fotógrafo, de la cámara, de un software… o de todos ellos) y que la de otra persona (la tuya, por ejemplo) podría no tener nada que ver.
Las imágenes se han interpretado siempre
Hay una tendencia a pensar que el retoque fotográfico nació con la fotografía digital. Nada más lejos de la realidad; en la época de la fotografía analógica se influía en el resultado del revelado mediante técnicas que no son muy diferentes a algunas de las herramientas que ofrecen los programas de software actuales. Echa un vistazo a esta entrada en The Literate Lens donde verás las anotaciones con instrucciones para llegar al resultado final de algunas fotografías muy conocidas; comprobarás que muchas veces la versión definitiva es muy distinta a la primera (la supuestamente veraz) y que sólo se llega a ella tras un buen montón de ajustes selectivos.
Si no vieses la fotografía tal y como salió de la cámara tu impresión sería distinta
He empezado con el resultado final pero podría enseñarte en primer lugar el aspecto del negativo digital (un archivo RAW) tal y como salió de la cámara. El orden no es tan importante como el hecho de ver ambas versiones, el antes y el después. Una vez más, al contemplar la versión “no revelada” tenderás a creer que es más fidedigna, pero no olvides que es el resultado de que una cámara capture el mundo real y lo convierta en un archivo informático, ¿por qué iba a ser más parecida a la realidad que la interpretación que hago del negativo digital y que se basa en lo que veía con mis propios ojos? Es un tema complejo, conviene no ser demasiado dogmático…
Un vistazo rápido al procesado digital de la imagen
Vamos al lío. Empecemos echando un ojo a un jpeg generado a partir del fichero RAW (en este caso NEF, de Fujifilm) tal y como salió de la tarjeta de memoria, que generalmente tiene un aspecto “blando” (poco contraste, sin enfoque, con colores poco saturados…):
Hoy no nos vamos a detener en todos y cada uno de los ajustes y en los valores escogidos para cada uno, sino que nos limitaremos a ver el proceso de forma general. Por cierto, tengo en mi lista de lectura un par de libros sobre revelado digital de los que pronto sabrás algo por aquí, pero mientras no incorpore nuevas enseñanzas debes saber que la base de mi forma de trabajar frente a la pantalla se debe a una entrada dedicada por completo a ese libro.
Probablemente el mejor consejo que te pueda dar aquí es que una vez que hayas importado la imagen a tu programa de edición favorito (ya sea Lightroom, Photoshop o cualquiera de las alternativas) y antes de tocar ni un sólo botón deberías analizar la fotografía y decidir qué quieres hacer con ella.
Es relativamente sencillo cambiar el aspecto de una imagen, al fin y al cabo se trata de mover deslizadores, crear y usar pinceles “cargados” de ajustes, y a la vez es muy fácil perderse entre los cientos de posibilidades que ofrecen los programas. Lo complicado e importante es conseguir un resultado coherente con la idea que tenías al capturar la fotografía con la cámara, para eso hacen falta al menos dos cosas:
- identificar tu intención: saber de qué quieres que vaya la foto, cuál es el tema principal, qué había delante de tu cámara que quieres que atrape la atención de quien ve la imagen
- práctica: necesitas saber cómo conseguir lo que quieres (el punto anterior), y para eso me temo que no hay nada como estudiar y practicar, fallar muchas veces y aprender de esos fiascos hasta dominar las herramientas y encontrar tu estilo
En el caso concreto de esta fotografía de Nacho quería conseguir un retrato en el que él destacase del entorno mostrando a la vez esa parte del pueblo, también pretendía que su carácter emergiese en la imagen. Este último objetivo dependía completamente de la fotografía elegida, en cuanto al resto…
Primero, los ajustes globales: un ligero reencuadre (impuesto porque las proporciones de la lona en la que se imprimió al final son distintas a las de la imagen original), corrección de la temperatura de color (muy sutil), aumento del contraste y la intensidad de los colores, reducción de ruido digital (está hecha a ISO 1600).
Después, los ajustes locales para centrar la atención sobre el protagonista.
En primer lugar aplicando un pincel sobre Nacho con un pequeño aumento de exposición, contraste, sombras, claridad y saturación…
Para después oscurecer un poco el suelo y la parte superior e izquierda de la imagen usando de nuevo el pincel de ajuste pero ahora con exposición negativa, para destacar la pared sobre la que se apoya el banco y así centrar la atención todavía un poco más en el retratado.
Ya sólo falta exportar directamente desde Lightroom como jpeg a la resolución deseada aplicando enfoque a toda la imagen (tienes la posibilidad de crear “recetas” de exportación con los ajustes que usas habitualmente para no tener que fijarlos cada vez que guardas la versión definitiva de una imagen o de un conjunto de imágenes), pero antes de darla por acabada tengo que confesarte que en esta hice algo que no suelo hacer…
No me preguntes porqué pero una vez que me fijé en ese papel blanco bajo el banco y tras el pié izquierdo no pude evitar la tentación de eliminarlo, así que usé la herramienta clonar y lo hice desaparecer. Sé que no supone una gran diferencia pero en este caso me di permiso para quitarlo de en medio…
El resultado final, justo encima del texto…
Ya habrá ocasión de profundizar en el software de revelado y ver en detalle qué podemos conseguir con él (y cómo hacerlo). Los objetivos de hoy eran otros:
- dejar a un lado la sensación de veracidad al ver una fotografía tal y como sale de la cámara
- plantear la importancia de tener claro qué quieres conseguir antes de empezar a revelar
- comprobar cuánto puede cambiar una imagen con sólo unos pequeños ajustes
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Hola Jota.
Una entrada muy buena, hay mucha gente que no aprecia la fotografía digital porque piensa que todo lo hace la máquina, y que el procesado es automático, y no entienden el trabajo que hay detrás: si les entregas una foto impresa en papel corren a darte las gracias, pero si lo haces en jpg, ya es otra cosa, ¡parece que no ha costado ningún trabajo llegar al resultado final!
Yo desde hace tiempo revelo mis fotografías con Lightroom y desde luego, es mucho como tú dices: practicar y practicar hasta dar con el método adecuado y que se ajuste a tus necesidades para lograr los resultados que quieres. Al principio, de cada fotografía me salían muchas, en cuanto cambiaba un ajuste, cambiaba la fotografía totalmente. No tengo muy claro que mi método de trabajo sea el mejor, seguro que me dejo mucho en el tintero, pero pienso que en esta disciplina, arte o ensayo, siempre se aprende ¡y a mí me queda mucho aún!
Mi primer acercamiento al revelado digital fue tras un curso de fotografía y cinco interminables horas de teoría de Lightroom. Lo siguiente fue practicar y practicar, a base de prueba y error ir afinando y mejorando. Ahora tengo entre manos el libro de Mellado, para aprender, comprender y mejorar mi método.
No me enrollo más, gracias por compartir tu bolg.
Hola Marta.
Ante todo, muchas gracias por tus palabras, me alegra que te guste la entrada y ojalá vengas de vez en cuando a echar un ojo al blog. :)
Tienes toda la razón, lo digital ha extendido la sensación de que todo se hace con un par de clics (no hace mucho lo hablaba con un colega de Vigo) aunque en el fondo no es muy distinto a cualquier otra disciplina: para saber qué hacer y cómo hacerlo hay que echarle muchas horas y, como bien dices, probar incansablemente hasta empezar a ver la luz, después de muchas frustraciones… Nos ha pasado a todos!
Ya contarás qué tal ese libro de Mellado, yo me he decidido por dos que empezaré en breve y de los que os hablaré en cuanto los haya investigado a fondo.
Un saludos y gracias otra vez!
Jota.
Hola Jota,
¿El recorte que tiene la imagen original es intencionado? No crítico, pero mientras veía la imagen original o las que has usado para indicar lo que estabas procesando en cada momento, mira que me molestaba ese borde que hace el suelo de piedra un poco más arriba de la parte inferior de la imagen.
Saludos,
David
Hola David! :)
Hice la fotografía sin saber que iba a tener que cambiar las proporciones en la versión final, algo que vino dado por las proporciones de las lonas, bastante distintas a las de mi sensor. Digamos que el recorte final fue lo mejor que conseguí hacer teniendo que cambiar la relación de aspecto… :)
De haber sabido que iba a tener que hacer el cambio probablemente hubiese dejado más “aire” para tener un poco más de margen, pero esa información fue posterior. :)
Gracias por pasarte, encantado de contar con tus opiniones por aquí. Apertas!
Jota.
Hola. Intenté conseguir hace un par de meses el libro que mencionas de DuChemin pero al parecer está descatalogado. Y en el enlace que dejas de segunda mano tiene un precio desorbitado. ¿Sabes alguna otra forma para conseguirlo? Sino esperaré tus reseñas de los siguientes de revelado. Gracias.
Hola Tere. Muchas gracias por tu comentario. :)
El libro de DuChemin está fuera de circulación, sí, es una pena porque hay mucha gente tratando de localizarlo. He echado un vistazo y no he encontrado una forma de hacerse con él, lo siento.
Quizás este pequeño videotutorial que hice basándome en su método te sirva, mientras tanto. :)
https://www.youtube.com/watch?v=jmj35_lXT2k
Gracias de nuevo y un saludo, Tere!
Jota.
Hola tu articulo me parece muy interesante, especialmente porque resulta un acercamiento muy bueno a tema del retoque, y especialmente para quitarnos ese tabú de que tenemos que dejar las fotos tal cual salen de cámara.
Solo me quedo una curiosidad cuando leia el articulo, los archivos RAW de Fuji son NEF, porque hasta donde yo tenia entendido esa es la nomenclatura de Nikon.
Gracias
Hola Luis. :) Muchas gracias por tu comentario. Tienes toda la razón, los RAW de Fuji se llaman RAF, y los de Nikon NEF. ;)
Saludos!
Jota