
En el centro del encuadre cuatro rostros con cuatro gestos completamente distintos. Cuatro miradas en diferentes direcciones.
Imagina que esa mujer pretende que el niño que sostiene en brazos pose para la fotógrafa, consiguiendo justo el efecto contrario mientras el chiquillo rubio se esfuerza en mostrar su mejor sonrisa. A la vez la anciana pasa justo por detrás, con la mirada perdida fuera del encuadre, ajena a lo que sucede.
Dos colores, rojo y amarillo, emergen en el primer plano frente a un entorno prácticamente gris y se replican en el fondo (en los toldos, en las luces traseras de ese automóvil que sale del marco).
El punto de vista ligeramente elevado consigue que las figuras se recorten sobre el pavimento sin superponerse a nada más, y parecen convertirse en un solo cuerpo con cuatro cabezas.
Todo eso compone una imagen divertida e incómoda a un tiempo. Una pequeña obra de arte.
Vivian Maier es conocida principalmente por sus fotografías en blanco y negro, pero ya ves que sus imágenes en color son también magníficas…
A priori quizá hubiese elegido otra foto de Maier, pero tras ver la galería en color a la que haces referencia, esta foto cambia para mí. Es curioso.
Un saludo.
La fotografía, a veces, consigue ese tipo de cosas: que tras verla no pienses igual que antes, incluso acerca de ella misma!
Gracias por pasarte y contar, Marcos.
Jota.
…
Me maravilla esta mujer. Y la fotografía elegida es sensacional.
Delicioso recordarla. Graciñas!!!
Siempre es un placer toparse con algo de Maier, verdad? Esta fotografía rezuma sentido del humor, o eso me parece a mi.
Bicos. Jota.