
Había que cerrar el círculo. Ese que comenzó con un vídeo y continuó con una entrada dedicada al fotógrafo neoyorkino Joel Meyerowitz.
Tiene que ser difícil conseguir con una imagen que quien la ve se sienta como si hubiese estado allí. Eso es justo lo que sucede con esta en la que casi puedes notar el ajetreo de la calle.
Ese humo blanco en el centro de la escena enmarca a la pareja sin dejar la más mínima duda de a dónde mirar en primer lugar. Hay una cierta uniformidad en las prendas que visten los caminantes (casi todos van en la misma dirección, por cierto), como si en el fondo fuesen el mismo, a pesar de las diferencias. Esas sombras en las espaldas de la derecha nos meten definitivamente dentro del marco porque nos cuentan que detrás nuestra y en la misma dirección vienen otros, seguramente también iguales.
Es de esas fotos que cuanto más la ves más atrae y más cosas se ven. Muy atrayente.
Saludos.
Supongo que así son las realmente buenas, cada vez que las miras te enamoran. :)
Jota.