
Hay tres cosas que me fascinan de Estambul: las mezquitas, la luz y los ferries. Bueno, en realidad hay muchas más, pero son esas tres, junto con los estambulís, lo que la convierten en una de mis ciudades favoritas para fotografiar.
Esta imagen es de mi último viaje, en octubre, acompañando a un pequeño grupo de apasionados por la fotografía en uno de mis talleres. Está tomada en la Mezquita de Fatih, mi predilecta; es mucho menos turística que las otras grandes mezquitas como la de Sultanahmet o la de Suleiman, y eso la hace especialmente silenciosa, tranquila y acogedora.
Una cosa que me encanta de los templos de Estambul es que son espacios de vida, además de recogimiento. Es muy habitual ver grupos formando un corro sobre el suelo, charlando, familias de visita y niños corriendo y jugando a pocos metros de la gente que reza o lee el Corán.
Cómo la hice
Me acerco a un lateral de la construcción, donde varios hombres estudian los textos, con cuidado de no hacer ruido, moviéndome despacio, descalzo sobre la alfombra.
Llevo la cámara, como casi siempre, en modo manual con ISO automático. He bajado la velocidad hasta 1/40 (no preveo movimiento en la escena y mi pulso puede aguantar ese tiempo), abro el diafragma a f/2,5 para enfocar de manera selectiva.
Con un tiempo tan largo y una apertura tan grande, la sensibilidad no va a ser muy alta y el ruido digital se contiene bastante bien. Además, he activado el obturador electrónico para no molestar con cada disparo.
Me pego a una columna a mi izquierda y hago un par de tomas con el enfoque sobre el libro en primer plano.
Decido que no me gusta que la fotografía se agote tan cerca de cámara, y cambio el enfoque al lector de atrás para que el de pelo blanco sea un punto de entrada, y la nitidez lleve la vista hacia el segundo, generando así profundidad.
Justo cuando voy a hacer un tercera foto, el anciano levanta la vista de su libro y la clava en la cámara.
Me regala una foto mejor de la que había imaginado y no me lo pienso.
Clic.
Por qué me la quedo
Me gustan:
- Que el dibujo de la alfombra enmarque al anciano en primer término y lo conecte al otro lector.
- La diagonal implícita que se establece entre ambos, y que recorre el encuadre.
- El triángulo formado por los dos lectores y la columna que asoma a la derecha.
- Un segundo triángulo, el que une los tres bancos.
- Y, por encima de todo, la mirada directa a cámara, que genera profundidad y una cierta incomodidad, al no aparecer enfocada.
Revelado
No hago grandes ajustes generales:
- Aumento el contraste (+21) y oscurezco los negros (-10).
- Incremento la textura y la intensidad ligeramente (+25 y +10).
- Recorto la imagen un poco por arriba y a la derecha, para que la columna no pese tanto.
Pero sí que aplico alguna máscara para concentrar la atención donde me interesa:
- Aumento ligeramente la exposición y las sombras sobre la cara del hombre en primer término.
- Hago lo contrario en la chaqueta, que destaca demasiado.
- Y por último, extiendo un filtro radial con forma elíptica y centrado sobre el anciano, que oscurece las otras tres esquinas de la imagen.


Te toca
¿Qué me cuentas? ¿Se te ocurre alguna pregunta u observación? Soy todo ojos.
Un abrazo.
Jota.





