Me adentré en Transtempo por primera vez hace muchos años, cuando en un suplemento dominical vi un reportaje firmado por Cristina García Rodero; recuerdo nítidamente el júbilo de mi padre cuando reconoció al paisano de la fotografía de Laza. En efecto, el de la visera.

El año pasado pude disfrutar de la exposición en el Centro Galego de Arte Contemporáneo (en Santiago de Compostela) y ahora, al fin, paso las páginas del magnífico libro que La Fábrica ha dedicado al proyecto.