
Hoy te cuento cómo hacer fotografía callejera dejándonos llevar por la luz.
La imagen que acompaña a esta entrada fue tomada en un tren de Génova a Cinque Terre, los ajustes son 1/50 a f/4 e ISO 200, con una distancia focal de 40 mm.
Más nos vale componer a favor de la luz, o nuestras fotografías nacerán con muy pocas opciones de ser leídas como nos gustaría.
Deja que me explique.
A veces, cuando hablo con otras fotógrafas y otros fotógrafos de la luz me pregunto qué pensará la gente que nos oiga, porque cuando la fotografía todavía no me había atrapado lo único que preocupaba era si había poca, suficiente o mucha luz para lo que quería hacer, y ahora nos oigo considerar cosas como su dirección, su intensidad, su dureza, su color… Un montón de matices en los que solo acabas reparando a fuerza de hacer muchas fotografías, fallar la gran mayoría y estudiar de una manera más o menos consciente todas – o casi todas – las que pasan ante tus ojos.
Y es que si hay un momento crucial en el crecimiento de todo fotógrafo o fotógrafa es cuando empezamos a leer conscientemente la luz.
Esa expresión -“leer la luz”- puede haberse convertido en un lugar común, pero no se me ocurre una manera mejor de explicar lo que hacemos cuando escudriñamos una escena y evaluamos la luz que la baña: de dónde viene, cómo cae sobre las cosas y las personas, con qué intensidad y dureza las alcanza…
Quizás esos detalles solo nos interesan a unos cuantos – a cuatro gatos, como dice Momeñe – pero la luz nos apela a todas y a todos, seamos o no conscientes de ella: cuando miramos un espacio nuestros ojos se ven atraídos irremediablemente hacia la parte más iluminada.
De alguna manera es ella la que dice “mira aquí”, y nosotros obedecemos. Quizás acabemos también escudriñando las sombras, pero un punto iluminado entre la oscuridad o simplemente más brillante que el resto siempre acaparará nuestra atención, queramos o no.
Sepamos leer la luz o no.
Por eso te decía que más nos vale aliarnos con ella.
En la práctica, cuando hacemos fotografía de calle no controlamos ni su dirección, ni su intensidad, etcétera, y solo podemos aspirar a detectar las situaciones en las que la luz juega a nuestro favor y descartar o subsanar el resto.
Por ejemplo, a veces pretendemos que los otros se fijen en un elemento o en un personaje dentro de una imagen, pero la luz está señalando otro lugar (recuerda, miramos sobre todo aquello que está más iluminado), en un caso así más nos vale dejar la mancha de luz fuera del encuadre y tratar, por otros medios, de dirigir la atención hacia lo que queremos convertir en protagonista.
Jugar a favor de la luz o jugar a otra cosa, pero nunca hacerlo en contra.
La fotografía que acompaña a esta entrada se la debo sobre todo a ella y a cómo entraba en el vagón de nuestro tren a Cinque Terre, la bellísima (y atestadísima) región italiana próxima a Génova.
El vagón también estaba a rebosar de gente, la luz entraba por nuestra izquierda, a través de las ventanas, destacando a quienes se habían sentado cerca, mucho más iluminados que el resto.
Ese niño estaba absorto con lo que pasaba a su alrededor, así que tuve tiempo de sobra de ajustar mi cámara (bajando velocidad y aumentando la apertura para que el ISO no se disparase y para desenfocar lo más próximo).
Compuse llenando el primer término, mucho menos iluminado que el crío, y me aproveché también de la camiseta roja, un color que contrasta por saturación y tono con el azul de los asientos, para que destacase todavía más.
El gesto del pequeño hizo el resto.
buen disparo Jota… pregunta : usas zoom ? he visto que pasas de 35 a 28 y esta a 40 … gracias .
Hola! Muchísimas gracias! No uso zoom desde hace años, pero tengo cámaras con ópticas de 28 y 40 (las Ricoh GRIII y Ricoh GRIIIX) y una con un 35 (una Sony A7III).
Un saludo!
Jota.