
Hoy te cuento cómo hacer fotografía callejera interponiendo cosas entre el lector y el centro de atención de las imágenes. La captura que ilustra esta entrada fue tomada con una longitud focal de 35 mm a 1/125 y f/6,3 con ISO 400.
A veces la forma de construir una fotografía de calle se basa en hacer todo lo contrario de lo que haríamos de no llevar la cámara en las manos.
En mis talleres me gusta tomar prestado algo que Javier Vallhonrat decía a su paso por Calle Oscura, que la fotografía es una representación de la realidad, para insistir en que “nuestro trabajo” es lograr que esa representación (o interpretación, como dice Cristóbal Hara, otro gran maestro) sea, si puede ser, más interesante que la realidad misma.
Eso, a veces, como te decía hace un par de párrafos, pasa por actuar de una manera que tiene poco de práctica. Me explico.
Si algo nos llama la atención en la calle y no estamos haciendo fotos, probablemente busquemos un ángulo de visión que nos permita verlo claramente, sin distracciones ni interrupciones. ¿Cierto? Siempre y cuando no nos estemos escondiendo, esto tiene todo el sentido.
Además, esto lo hacemos casi sin darnos cuenta: algo capta nuestra atención y nos movemos hasta verlo en un entorno lo más despejado posible, aunque a la primera ya lo percibiésemos entero.
En fotografía, una vez más, hacer lo contrario de lo habitual funciona para añadir interés: disponiendo pequeños obstáculos visuales puede hacer que aquello que queremos convertir en protagonista gane peso visual.
De paso, esa estrategia soluciona una limitación de la que adolecen todas nuestras imágenes: su planitud. Al colocar elementos que se ven claramente por delante de nuestro motivo (por ejemplo, dejándolos fuera de foco con una baja profundidad de campo) introducimos una sensación de profundidad; leemos la imagen como abriéndonos paso, y eso se percibe como un pequeño viaje hacia el interior de la imagen.
Si quisiese, simplemente, ver este gatito que dormía en plena medina de Fez, me bastaría con agacharme a su lado, en lugar de eso, y para que la fotografía ganase en interés, aproveché la alfombra (que además comparte colores con él) como un elemento a sortear para llegar a su pequeño cuerpo.
El enfoque, por cierto, es crítico en estas situaciones, ya que queremos que la parte más nítida del encuadre sea, precisamente, aquello que queremos destacar. Por eso en esta imagen seleccioné un punto de foco justo sobre el gatito. Eso, combinado con la apertura, la focal y la distancia, hace que sea lo único completamente enfocado de la escena.