Llegué a Nuria a través de uno de los primeros blogs que seguía cuando arranqué Rubixephoto allá por 2011; hace unos meses tuve la suerte de conocerla en persona, un rato de charla, cervezas y paseo por las calles de A Coruña en compañía de Javi (el otro 50% de Boquerón á Feira) fueron suficientes para constatar algo que tengo claro desde hace mucho tiempo: la Fotografía acaba poniendo en tu camino a gente que comparte contigo muchas más cosas que el amor por las buenas imágenes.
Recuerdo perfectamente cuando vi por primera vez una fotografía de su proyecto “Gofiños de Riazor”, recuerdo la certeza de estar contemplando un trabajo hecho con una sensibilidad y una cercanía incontestables. También estoy convencido de que cuando lo haya terminado lo veré en un medio de prestigio, o mejor aún, en un libro que podré abrir en mis manos, para sentir el olor a mar de esa playa en la que una pandilla de jóvenes con canas y arrugas se reúne a diario para compartir mucho más que olas.
Nuria y su cámara también están allí, porque las grandes historias se merecen a alguien que las convierta en eternas.
A partir de aquí, imágenes y textos: © Nuria Sambade Nieto.
Después de bañarse, mientras algunos de los golfiños aún permanecen en el agua, Valentina hace sus ejercicios de estiramiento diarios.
Mientras una mujer descansa sobre el muro del paseo marítimo, Esther se viste frente a los colgadores de ropa creados por Antonio con desechos del mar.
José Manuel nada en Riazor después de varios meses de ausencia recuperándose de un infarto. En julio de este año sufrió otro mientras iba a darse un baño y falleció.
En el agua del mar se encuentran más de 80 elementos esenciales para el cuerpo. Estos producen beneficios en el sistema inmunitario, mejoran las enfermedades de la piel o reducen los problemas reumáticos.
En verano el grupo se traslada a un saliente de rocas a unos metros del lugar habitual, ya que los bañistas estivales invaden la playa.
Después del baño se reparte el café que Antonio se encarga de preparar cada mañana en su casa.
Alfredo ejerce de monitor de gimnasia improvisado mientras Mari y Esther repiten los ejercicios que éste les va indicando.
A las 13:00 horas, acompañado por Alfredo, Antonio toca la vuvucela. Es la hora de cerrar la caseta que el ayuntamiento les cede en invierno e irse a casa.
Mi primer contacto con los Golfiños de Riazor fue hace más de un año cuando, caminando por el paseo marítimo, descubrí los colgadores que utilizan para colgar la ropa. En un principio pensé que sería algún tipo de intervención artística hecha con desechos del mar, en un intento de denunciar la sociedad de consumo actual. No sería hasta varias semanas después cuando descubriría que eran el trabajo de un hombre llamado Antonio y que efectivamente, sin él saberlo, era arte que formaba parte del paisaje esencial de la playa de Riazor en A Coruña.
Hasta que eso sucedió yo pasaba por allí a diario volviendo a casa del gimnasio, viendo como un grupo de jubilados se bañaban en las frías aguas gallegas. Muchas veces yo iba con botas, chubasquero y gorro de lana mientras ellos se zambullían como si no pasara nada. Día tras día al pasar por allí me quedaba embobada mirándolos y preguntándome de qué pasta estaban hechos. Al igual que le pasará a mucha gente, yo tengo en mi imaginario colectivo que las personas al llegar a una determinada edad llevan una vida más pausada, y que en la playa uno se baña los meses que no contienen la letra R (y en Galicia puede que incluso tampoco en alguno de ellos). Por eso me resultó tan interesante la rutina que veía repetirse cada día más o menos a la misma hora, porque contradecía los normas preestablecidas y echaba por tierra los prejuicios sociales. Por eso un día, en vez de seguir mi camino, bajé las escaleras que conducen a la playa y me presenté mostrando mi deseo de documentar lo que hacían.
Si los colgadores fueron el primer acercamiento a los Golfiños, su creador, Antonio, fue la primera persona del grupo con la que entablé relación. Ahí nació mi trabajo con ellos y, lo más importante, mi relación personal.
Comencé contando la historia desde fuera, poco a poco, tomándome mi tiempo. Así fui descubriendo que era a partir de las 11:00 h cuando los golfiños empezaban a dejarse caer uno a uno en la playa como gotas de “orballo”. Y que había tantas historias diferentes como palabras para designar la lluvia gallega. Descubrí que Antonio era uno de los que más llevaba repitiendo esa rutina y que, cansado de no tener donde colocar la ropa, creó los colgadores. Los creó con la basura que devuelve a la playa la marea y que uno tras otro han ido rescatando de la arena. También fui desgranando los motivos que llevaron a cada uno de ellos a ese lugar y ese momento. Las pérdidas, el recorrido, los orígenes, las enfermedades, los pasos que cada uno dio partiendo de diferentes puntos para llegar a uno que los unió. Cómo después de jubilarse, uno tras otro decidieron crear un oasis en el que permanecerían cada mañana y donde cualquiera que respetara sería bienvenido. Que, como la Cenicienta con el reloj marcando las 24:00 h, el encanto permanecería hasta las 13:00 h, hora en la que Antonio haría sonar la vuvucela como señal para volver a casa.
Pero poco a poco los golfiños comenzaron a preguntarme “¿no te bañas?”. Y seguí contando la historia, pero ahora desde dentro. Comencé a sentir lo que sentían; el frío, la inmensa paz, el sentimiento de comunidad, la libertad de tener una playa sólo para ti haga sol, esté nublado o llueva. Me mojé bajo la lluvia mientras me bañaba con Mari la asturiana o Lina, me reí con los chistes de Manolo, probé el pan de pasas que trajo Carmiña, buceé con Alfredo, comí cacahuetes con Ramona y Mari la andaluza, compartí café con Moncho, canté canciones con Esther, me di baños de algas con Valentina, tuve charlas con Ana o Juan, paseé de vuelta a casa con Jose y lloré desde lo más profundo la muerte de José Manuel.
Así logré entender que hay una edad mental y una edad física y que, por suerte o por desgracia, no siempre se corresponden.
Dentro de poco se cumplirá un año, cuatro estaciones completas, en el que he vivido el paso del tiempo de una manera muy diferente a la habitual. Tanto por las personas que he conocido y que me han hecho relativizarlo, como por el hecho de vivir en un verano vital constante. Es por ello que me he ido convirtiendo en una jubilada en activo. Aprendiendo de los que más han vivido qué es eso de vivir.
Nuria trabaja en A Coruña, y es miembro de OM Colectivo. En su página web puedes descubrir y disfrutar otros proyectos.
¿Qué te parece el trabajo de Nuria? ¿No es fantástico? Deja tus impresiones en comentarios, me encantará conocerlas. Si te ha gustado la entrada, compártela con tus amigos. Gracias!
Muchas gracias Jota por interesarte por esta historia, tan sencilla y cercana, pero que al final muestra temas universales que representan al ser humano. Espero haber transmitido la belleza de la cotidianidad y la importancia del respeto hacia la naturaleza y las diferentes etapas de la vida.
Mil gracias.
Hola Nuria. Es un verdadero honor difundir tu proyecto en Rubixe. En cuanto a tus objetivos con el trabajo: “abofé” que los has conseguido.
Un bico grande y hasta una nueva sesión de cañas y conversación.
Jota.
Fantástico, Nuria. Me he pasado por tu web y me han gustado mucho tus historias. Con San Martiño y Día D volví a mi tierra, pues cuántos años participé directa o indirectamente en esa actividad. Cuando uno está lejos y ve historias como las tuyas algo cruje dentro que me hace sonreír.
Y una vez, más, gracias, Jota, por otro gran descubrimiento. Eres referencia .
Apertas.
Cómo me alegra haberte descubierto a Nuria, y también que sus trabajos te hayan devuelto a la “terriña” durante unos instantes. La Fotografía es algo muy grande, compañero, que nos hayamos conocido es sin duda una buena demostración de ello.
Un abrazo.
Jota.
Que maravilla, TODO.
La pasión con la que escribe y fotografía, enhorabuena por contar una historia tan cotidiana de manera tan brillante.
Estás fichada Nuria, te seguiré allá donde mires.
Y gracias a Jota por enseñarnos estas delicias.
Un abrazo.
Verdad que sí, Rúa? Nuria tiene sensibilidad y talento para dar y tomar. Harás bien en seguirla de cerca, además no andáis lejos.
Un abrazo, compañeiro.
Jota.
Muy buena historia, me ha encantado :D
Es una pasada, no puedo estar más de acuerdo. Abrazos, V. Siempre es un placer recibir tu visita.
Jota.
Es un historia muy bonita, y contada de una estupenda forma por Nuria, me ha encantado. Seguro que todos tenemos historias cercanas dignas de ser contadas así, con pasión, con sentimiento. Pero Nuria ha tenido el acierto de percatarse de ella, acercarse y zambulirse. Y no puedo sino rendirme ante la última frase de Nuria: “aprendiendo de los que más han vivido qué es eso de vivir”, por cercanía y humildad. Es algo que desde hace mucho tiempo tengo presente, y además por una colaboración reciente, he vuelto a recordar el enorme capital humano que tenemos olvidado en nuestra sociedad con las personas mayores. Las prisas de nuestro día a día, los prejuicios sociales, de los que habla Nuria, no son si no ataduras que no rompemos para que de la mano de las personas mayores, las que han vivido mucho ya, aprendamos más y mejor qué es eso de la vida, claro que sí.
Gracias Jota por acercarnos a Nuria, y muchas gracias Nuria por contar y así, esta bonita historia. A seguir y a seguirte ;-)
Hola Braulio. Cómo estás?
Yo también creo, como tú, que por ahí en nuestra órbita hay muchas historias que merecen ser contadas. Suerte la de los Golfiños porque haber cruzado sus caminos con Nuria, todo estamos de suerte cuando alguien con su talento y su sensibilidad decide mostrarnos su mirada.
Siempre es un placer leerte. Un abrazo, y gracias por hablar.
Jota.
Gracias a tí ;-)
Felices fiestas, Braulio. ;)
Jota.
Me encantó tu historia, es contada desde el corazón. Me encantó la calidez y sensibilidad de tu nota. Se mucho más ahora después de leerte. Esther es mi prima por parte de padre. Hace dos meses estuve hablando con varios de esos maravillosos integrantes. Me los presentó Esther, la que canta contigo canciones da nosa terra! Felicitaciones por tu labor! Eres genial!
Muchísimas gracias por tu comentario, Mª del Carmen. Se lo trasladaré a Nuria, la autora de las imágenes.
Precisamente este fin de semana hablaba de los Golfiños mientra paseaba por Riazor y Orzán. Casualidad o no. :)
Saludos.
Jota.