Somos responsables al 100% de lo que mostramos en nuestras fotografías. Incluso cuando hacemos Fotografía de calle, una disciplina en la que tenemos poco o ningún control sobre lo que sucede ante nuestra cámara.
Lo anterior significa que el espectador de nuestras imágenes puede tener en cuenta todo lo que hemos dejado dentro del encuadre para valorarlas (y de hecho, probablemente lo haga). Por eso es tan importante exigirnos llegar hasta el final para que la fotografía resultante transmita lo que buscamos, o al menos, para que no incluya cosas que empañen el mensaje.
Así el “lector” leerá las palabras que nosotros hemos decidido mostrarle. Otra cosa es el significado que saque de ellas; eso es materia prima para otra entrada y no de las breves precisamente…
Vuelvo a la idea principal de esta para replantearla: no caigas en la tentación de justificar tus fotografías. No me refiero tanto a dar explicaciones de por qué has tomado o por qué nos muestras una determinada imagen, hablo de esa mala costumbre en la que a menudo caemos los fotógrafos que consiste en explicar hasta la saciedad qué queríamos conseguir, cuando está claro que no lo hemos logrado.
Y ahí vuelve a ser relevante el contenido: todo lo que se ve en el encuadre cuenta en cómo se lee una fotografía y lo que se queda fuera no existe. Hace un tiempo dediqué una entrada a la (enorme) importancia del encuadre, quizás quieras echarle un vistazo…
Si mostramos una imagen y automáticamente nos lanzamos a decir a quien la ve qué tiene que tener en cuenta y qué no (a pesar de estar allí mismo, encerrado entre los límites de la foto) hay algo que no funciona. Una vez más habremos caído en la vieja trampa de justificar el resultado, contando la foto que veíamos en nuestra cabezasin haberla conseguido.
Con la esperanza de que te ayude a dejar atrás ese hábito, ahí va una receta (muy personal)…
Antes de disparar
- Parte de una intención previa. No te lances a pulsar el botón de disparo antes de haber contestado a qué quieres transmitir, o simplemente qué es lo más relevante. Tu intención puede cambiar en función de muchos factores (el principal eres tú), pero aún así te conviene tener una en todo momento; no es lo mismo cambiar de objetivo que no tener un objetivo claro…
- Una vez que tienes un motivo para fotografiar, supedita todas las decisiones a él: distancia, ajustes de disparo, punto de vista, instante… Todo, todo tiene que obedecer a tu intención. ¿Cómo si no vas a transmitir lo que pretendes?
- A la vez, acepta que (si estás en un entorno cambiante como la calle) nada te garantiza el resultado que buscas. Lo bueno de esto es que por el camino podrías llegar a otro, inesperado y todavía mejor
- Escudriña el encuadre en toda su extensión y continuamente, para detectar lo que se cuela lejos del centro obvio de atención (algo en una esquina sigue siendo contenido visible)
- Elimina las distracciones (entendiendo por distracción todo aquello que desvía la atención de lo que para ti es importante en ese momento)
Después de disparar
- Una vez que creas que tienes la foto… Sigue buscando. Prueba cosas diferentes. Recuerda que siempre puedes buscar una nueva intención y volver a comenzar
- Cuando edites tus imágenes (es decir, cuando las valores y decidas con cuáles te quedas y con cuales no), sé exigente y crítico. Alejarte de tus fotos te ayudará a verlas por lo que realmente son y tener un criterio claro te facilitará esta parte tan importante del proceso… Si tienes que justificar una imagen ante ti para quedarte con ella (“si olvidamos esta parte de aquí”, “si esto no estuviese”, “si me fijo sólo en el centro del encuadre”,…) probablemente no sea la foto que querías conseguir
- Por último, enseña tus imágenes sin explicarlas, permanece atento a las reacciones que suscitan sin condicionar a quien las ve con tus palabras; valora incluso la posibilidad de no darles un título. Dejar que las fotos hablen por sí solas es la mejor manera de comprobar si se entienden como tú pretendías…
Al final, una fotografía es un mensaje. Puede ser más o menos elaborado, más o menos inmediato, pero siempre debería transmitir tu forma de ver el mundo. Como toda comunicación, se beneficia de la claridad y se resiente con el ruido, por eso es tan importante hacer lo posible para que el mensaje llegue al destinatario de forma clara, sin interferencias.
Si enviases un mensaje en una botella a través del mar y alguien lo recibiese al otro lado del mundo, no debería depender de una segunda botella para entenderlo, ¿verdad? Tus fotografías deberían funcionar exactamente igual: sin la ayuda de tus palabras.
Aquí tienes otras entradas que te podrían interesar:
- La lección de Fotografía que siempre me había resistido a aprender
- Cuando nos muestras una foto todo esto no importa…
- Cambia tu Fotografía de calle para siempre
- Cómo mantener la motivación en Fotografía (aunque no logres lo que buscas)
- No tienes que fotografiar mucho (se trata de otra cosa)
El resto de reflexiones están en este mapa del blog.
¿Qué opinas? ¿Consigues evitar la tentación de explicar en exceso tus fotos? ¿Has probado a dejar que se sostengan por sí mismas? ¿Cuál ha sido el resultado? Déjanos tus experiencias e impresiones en los comentarios, seguro que todos podemos crecer con ellas. Si te ha gustado la entrada, compártela en tus redes. Gracias!
Interesante, pero un poco generico. No creo que sea adecuado encuadrar tanto el hecho de fotografiar.
saludos
Oscar
http://www.oscarvalladares.com
Hola Óscar. :)
Muchas gracias por tu comentario, a veces dudo si cerrar mucho el foco y hablar de cosas y situaciones muy específicas o mantener un campo de visión amplio en el que más gente pueda aprovechar los contenidos. Supongo que al final eso me lleva a crear artículos que alternan entre una posibilidad y otra.
De nuevo, gracias, saludos!
Jota.